Las Puertas del Olimpo

Tras una apresurada bajada desde el Templo de Hera llegamos a las puertas de entrada de la montana sagrada, desde donde podiamos ver el precioso pueblecito de Litojoros.
Resultaba increible que despues de tantisimo tiempo recibieramos la visita de nuestra madre, la cual en su inimitable forma nos habia anunciado su presencia. Sea como fuere, me alegraba enormemente el tener la oportunidad de poder verla de nuevo y para mis sacerdotisas seria un gran honor el estar en su presencia, pues normalmente nosotras no abandonamos nuestra morada.
-Bienvenida seas al Olimpo, madre. -le dije tras una reverencia.

Presurosas bajamos las gradas que nos separaban de las Puertas del Olimpo, aquel llamado, era signo inequivoco de que nuestra amada madre esperaba impaciente por nosotros....

En cuanto aparecimos ante su majestuosa presencia, tanto hestia como yo hicimos una reverencia, en señal de nuestro cariño y respeto a ella....

-Bienvenida seas al Olimpo, madre. - dijimos ambas en coro...
para luego acercarnos a ella y saludarla de modo mas personal y menos diplomático.

Mamá por que no nos avisaste que vendrías, yo te hacía en Creta disfrutando placidamente de tu retiro...¿Pasa algo? Mi mirada se posó en mi hermana mayor, pudiera ser que aquella masacre ocurrida en su templo fuera la causa de su presencia aquí, o quizas tan solo se trataba de una de sus famosas visitas de inspección...."para ver como se han portado sus criaturitas"

-Madre, ven con nosotras a mi templo y seguiremos conversando, hay mucho que tenemos que contarte....

Sigo sin acostumbrarme a que mis chiquitas se postren ante mí en respetuosa reverencia. ¡Tanta ceremonia! ¡Qué envidia me dan en estos momentos los mortales que pueden dar rienda suelta a sus emociones sin mediar actos diplomáticos previos!

Noto que las vestales de mi hija mayor están casi besando el suelo en actitud reverente y hago una seña a Hestia para que les indique que se acerquen a mí. Puedo notar enseguida en sus rostros la incertidumbre, el miedo....algo las perturba...Les dedico una leve sonrisa y de nuevo centro mi atención en mis niñas, Hestia y Hera.

-Madre, ven con nosotras a mi templo y seguiremos conversando, hay mucho que tenemos que contarte....

Tras las palabras de mi hijia menor, tomo a ambas de la cintura y, despacio, nos dirigimos al Templo...la expresión de ambas muestra que, sin lugar a dudas, tenemos mucho de qué hablar.