Las chicas se van de marcha, 1a parte (Milo x Hyoga)
Página 1 de 1.
Las chicas se van de marcha, 1a parte (Milo x Hyoga)
Capítulo 1. Convencer a Shaina.
Una tarde a finales de abril dos amigas se reunieron en el parque de una pequeña ciudad a las afueras de Atenas. Habían quedado en verse para ir al cine a ver la película de los Simpsons, de los que ambas eran fans.
Necesitaban relajarse un poco porque últimamente el trabajo en el colegio había sido absolutamente agotador. Los alumnos se estaban preparando para hacer sus exámenes finales, así que aquello significaba extra papeleo y quebraderos de cabeza. Marin, la pelirroja, era profesora de inglés y la otra, Shaina, trabajaba de recepcionista.
Marin además quería preguntar algo a su amiga pero se esperó a que terminara la película y después se fueron a un restaurante a cenar. Durante la cena hablaron un buen rato de cosas sin importancia, cada una disfrutando de la compañía de la otra, ya que aunque se veían prácticamente a diario no tenían ocasión de pararse a hablar muy a menudo debido al trabajo.
Cuando estaban tomando el postre, un enorme helado de varios sabores que consumían entre las dos (un postre y dos cucharillas), Marin se armó finalmente de valor para explicar a su amiga lo que llevaba varios días muriéndose de ganas de hacer.
-Shaina, !no te vas a creer lo que vi en la puerta de "Alexandros"! (la mejor discoteca local) -dijo muy excitadamente.
-¿De qué se trata? -respondió picada por la curiosidad.
-Dentro de dos semanas viene una troupe de strippers...
-Mmmm, ya veo, ¿y....?
-Y... esto... me gustaría que.... ¿quieres venir conmigo a verlos?
-Bueno, yo...-respondió algo sorprendida al oir a su amiga.
-!Venga!, !que nos divertiremos!.
-¿Pero tú has visto alguno de estos espectáculos antes?
-No exactamente. Aioria y yo fuimos hace un par de años a ver una obra de teatro que se titulaba "Despedida de soltera" en la que cuatro actores hacían de strippers y como parte del guión debían desnudarse y bailar delante de la audiencia. Era una comedia.
-!¿Qué dices?! -exclamó bastante sorprendida- ¿se desnudaron por completo?
-Sí, pero justo cuando iban a quitarse la última prenda se apagaron de sopetón las luces del teatro.
*!Anda, di que sí!... que no quiero ir sola*
-!Uauuu!... !un momento!, ¿dices que Aioria estaba contigo?.
-!Pues claro!, fuimos a la función en la que los hombres acompañados por una chica no pagaban entrada...
-Muy bueno...
-Mira, no sé como será con éstos, pero me imagino que será algo por un igual y según creo el desnudo es integral.
-¿Y qué dice Aioria a todo esto?,¿lo sabe?
-Aún no, pero que que diga lo que quiera. El tiene oportunidad de irse de marcha, yo la tengo muy pocas veces y me hace ilusión ir. !Anda!, di que vendrás conmigo...
-¿Cuánto cuestan las entradas?
-!Ni idea!, pero puedo averiguarlo.
-Llámame cuando lo sepas.
Marin estaba muy contenta y nada más llegar a casa llamó por teléfono para pedir información sobre el coste de las entradas. Unos minutos más tarde llamó a Shaina con la información.
-Los billetes cuestan 20 euros cada uno.
-Son un poquito caros, Marin.
-Sí, pero incluyen bebidas y también hay otros artistas. Además, si vamos en un grupo de 5 o más nos hacen un 25% de descuento. Yo voy a ir aunque sea sola. ¿Qué dices?, ¿de verdad que no te apetece?
-Cuenta conmigo, !me has convencido! -respondió Shaina riéndose.
Aquella noche Marin estaba tan excitada que apenas podía pegar un ojo. Su esposo, Aioria, le preguntó cariñosamente que se traía entre manos y si tenía algo que decirle que debiera preocuparle. Marin le contó todo.
-¿Por qué no pides a Juno y Fler que os acompañen?
-¿Tú crees que aceptarían? Fler quizás sí pero Juno no hace nada sin preguntar antes a Albiore.
-No pierdes nada por preguntar, amor mío.
-Cierto... ¿de verdad no te importa que vaya?
-Claro que no, mi cielo. Tú ve y diviértete.
-Gracias, Aioria.
-De nada, preciosa, pero quiero algo a cambio... -dijo acercándose a ella-... porque quien sabe lo que harás entre tanto chico guapo...
-¿Ah, sí? ya me imaginaba que esto me costaría algo, leoncito (sonrisa pícara en su rostro) ¿qué desea mi amado esposo?.
-Mmm... !cómo si no lo supieras!.......
Capítulo 2. Llamadas de teléfono
Unos días más tarde Marin telefoneó a June y Fler.
June se había casado hacía poco tiempo con Albiore, un guapísimo argentino que daba clases nocturnas de mecánica para mujeres en el mismo colegio en el que trabajaban Marin y Shaina. Desgraciadamente, Albiore era un poquito celoso y no le hacía mucha gracia que su mujer fuera a ver el espectáculo, pero no se opuso ya que iría con sus amigas.
Fler no se lo pensó dos veces y aceptó inmediatamente, hasta incluso les resolvió el problema de la quinta persona: su hermana mayor Hilda, que estaba de visita por unos días y dijo que le gustaría ir.
Marin hizo otra llamada, esta vez para reservar los billetes.
Entretanto en la oficina de Alexandros
Camus, el dueño de Alexandros recibió una llamada de teléfono en su oficina. Al otro lado del hilo estaba Milo, el que estaba al cargo de llevar a los strippers y la organización del espectáculo.
-Dígame.
-¿Camus? !Hola!, soy Milo.
-Milo, ¿cómo estás?
-Muy bien ¿y tú? !Oye!, ¿cómo va la venta de entradas?
-Creo que fue una buena idea organizar este show, se estan vendiendo como rosquillas y el local estará lleno en la noche. Por cierto, ¿quienes te acompañarán?
-Tengo a dos hermanos gemelos guapísimos que actuarán juntos y también a otro chico algo más joven que creo que se llevará de calle a las muchachas, se llama Shiryu y ¿cómo no? también tendremos a Mystic Mu, el hipnotizador.
-Ummm.... gemelos, ¿eh? ¿qué más habrá? Me dijiste que habías tenido otra idea para recaudar más dinero.
-Claro, había pensado en subastar a cinco de tu guardias de seguridad.
-¿Una subasta? -dijo Camus con gran interés.
-Sí, se les subastará individualmente y quien sea el mejor postor o postora podrá tenerlos en su casa durante toda una tarde para hacer lo que quieran con ellos.
-¿Lo que quieran? !Oye, tío!, no te pases que estos chicos no son putitas.
-Lo que quieran dentro de un límite, claro está; por ejemplo, que les limpien la casa, reparaciones, que les laven el coche, ya sabes este tipo de cosas.
-Ah, bueno...
-!Nada, chico!, te vuelvo a llamar de aquí a unos días para que me pongas al corriente, ¿vale? !Hasta pronto!.
-!À bientôt, Milo! -respondió el francés pasándose la lengua por los labios.
* Milo siempre suena tan sensual incluso cuando sólo lo oyes por el teléfono*
Camus no hizo mas que colgar el aparato cuando sonó de nuevo.
-!Dígame!.
-!Cami, amigo mío!, ¿cómo estás?
-Aioria, !qué sorpresa! No sabes lo que me alegra oír tu voz -dijo un muy feliz Camus.
-!Fantástico!...¿Sabes? Creo que el día 24 no habrá moros en la costa.
-¿Cómo así?
-Marin se va a pasar todo el fin de semana con unas amigas suyas.
-Eso es estupendo, ¿podremos vernos?
-!Ya lo creo, chico!. Si quieres puedes venir tambien la semana que viene, mi hermano mayor estará aquí de visita durante unos días y sé cuánto le gustaría verte.
-¿Oh?
-Además, será estupendo ir a la reunión, ¿sabes si los otros irán también?
-No lo sé, sólo tres han confirmado (Aioria es interrumpido por el timbre)... !Vaya, hombre!, llaman a la puerta.
- No te preocupes. Esta noche te daré un toque para confirmar lo de la próxima semana. a mí también me gustaría ver de nuevo a Aioros.
-Hasta luego entonces.
-À toute à l'heure!.
Capítulo 3. Otro hombre en casa.
Marin estaba algo preocupada porque una de las chicas, Hilda, decidió cancelar el ir al club y no sabía a quién más preguntar, sólo esperaba que las otras no se rajaran en el último momento.
Sin embargo, aquella tarde pasó algo que le hizo olvidar ese problemilla. Hacía muy pocos días había comenzado a trabajar un sustituto del profesor de educación física: un joven ruso, rubio y con los ojos azules que era muy popular con las chicas.
Aquella tarde Marin había terminado tarde de trabajar y se iba al aparcamiento a recoger su coche cuando vio al joven sustituto salir del recinto. Aquel día llovía a cántaros y Hyoga iba a pie, Marin llegó a su altura y le dijo que le llevaría a su casa.
-No gracias, no quisiera molestar.
-!No es molestia, hombre!. !Sube al coche!, insisto... -sonrió la chica.
-Muchas gracias, eres muy amable.
-De nada, hombre. !Anda!, !sube! que si no vas a llegar a tu casa hecho una sopa y pillarás una pulmonía. (Pausa hasta que Hyoga se acomoda en el asiento del pasajero) ¿Dónde vives?
Hyoga dudó un momento pero le dio la dirección, se pusieron en camino y al cabo de pocos minutos llegaron a lo que parecían los barrios bajos de la ciudad. El chico se bajó dándole las gracias e iba a entrar en una casa de aspecto bastante dilapidado en la que tenía una habitación alquilada, pero
vieron que la casera salía en aquellos momentos con cara de muy pocos amigos exigiendo que le pagara el alquiler de tres meses más por adelantado y diciéndole que había incrementado el precio. El pobre muchacho estaba medio muerto de vergüenza y no podía dar crédito a sus oídos.
Marin estaba dando marcha atrás al coche cuando vio lo que pasaba y se quedó horrorizada sobretodo cuando la vieja bruja salía apresuradamente del edificio seguida por varias bolsas negras con las escasas posesiones del chico.
Oyendo los gritos de aquella horrible mujer, Marin se bajó del coche y se dirigió hacia el joven ruso, cuyo rostro estaba rojo.
-Hyoga, ¿qué te ha pasado?
-Esa... paskudniak... !maldita mujer!. Marin, aquí tengo los recibos (se los enseña) y la muy bruja insiste en que le pague más a pesar de que ya lo hice.
-(Marin lo miró horrorizada y dirigió una mirada asesina hacia la casera, la cual la ignoró cerrando la puerta tras de sí) !Mira!, aquí no puedes quedarte. ¿No tienes otro sitio a dónde ir?
-No.
Los dos se estaban empapando bajo la lluvia y Marin decidió prestar ayuda a su compañero de trabajo que se encontraba en un terrible problema, a pesar de que no tenía ni la mas mínima idea de cómo se tomaría Aioria el que trajera a alguien a casa a quien apenas conocía y sin saber por cuánto tiempo permanecería allí.
-Entonces ven a mi casa.
-Eres muy amable, Marin... pero no puedo imponer... ¿y tu marido?
-Vamos, !no seas tonto!. Tengo una habitación libre y puedes quedarte el tiempo que te haga falta hasta que encuentres otro sitio. No te preocupes por Aioria que yo me encargaré de él.... además, sé donde trabajas.
-(Hyoga se rio) Gracias.
-De nada. Sube al coche antes de que pillemos un resfriado de muerte.
Los dos se fueron a casa de Marin. Aioria se sorprendió un poco al ver al chico, pero no puso ninguna objeción a que se quedara cuando Marin le explicó el problema y por suerte, el piso era bastante grandecito.
Aquella noche tenían a otro invitado en casa, su hermano mayor, Aioros.
Aioros era apróximadamente cinco años mayor que él, con el cabello más oscuro y su mismo atractivo, aunque mientras que el más joven estaba felizmente casado, el mayor tenía fama (bien justificada) de ser muy ligón y de tener una pareja detrás de otra.
Durante la cena se produjo una animada charla de la que Hyoga estaba ausente pues se encontraba agotado y se había ido a dormir.
-¿Qué, hermano mayor?, ¿vas a contarnos quién es tu nuevo ligue?
-Aioria, !no seas impertinente! (mirada pícara) Marin, estás guapíisima...
-(Devolviéndole la mirada) Gracias, también tú lo estas, pillín. Aioooorooosss...¿No vas a contestar a tu hermano? me muero de ganas por saber quién es...
-Ja, ja, pues os tendréis que aguantar porque no pienso soltar prenda, además, ¿quién dice que tenga pareja fija?
*!Anda que no saben de qué pie cojeo! pero lo cierto es que de momento no hay nadie en el horizonte, ¿aunque quién sabe? *
(Cambiando el tema) Por cierto, ¿quién es el bomboncito que está en la otra habitación? (Mira burlonamente a la parejita feliz) Marin, no me digas que te has echado un novio...
-Es un compañero de trabajo.
-Mmmm... cuéntame, cuéntame....
-Hermano, !ni se te ocurra!.... -le advirtió Aioria.
-¿Qué pasa? ¿lo quieres para ti solito?
-!!Aioros!!.
Hyoga se despertó al oír las voces y salió de la habitación, Marin se dirigió a él.
- Hyoga, ¿qué te ocurre?
-Perdóname, Marin, tengo la cabeza que me va a reventar, ¿tienes unas aspirinas? (A los hermanos) Hola, Aioria y ¿...?
-Este es mi cuñado, Aioros.
-Hola, Aioros. Encantado de conocerte.
-El gusto es mío.
El chico griego dirigió al ruso una mirada muy salaz que no le pasó completamente desapercibida, pero como a Hyoga le atormentaba el dolor de cabeza y un ligero mareo en cuanto Marin regresó con las aspirinas se volvió a su dormitorio. Mientras tanto el telefono sonó y Aioria respondió a la llamada.
Se trataba de Camus que vendría dentro de tres noches para cenar. Marin lanzó una mirada asesina a Aioros y le hizo un gesto como diciéndole "ni se te ocurra". La cena tocó a su fin tras algo más de conversación y una hora más tarde todos se fueron a dormir.
Una tarde a finales de abril dos amigas se reunieron en el parque de una pequeña ciudad a las afueras de Atenas. Habían quedado en verse para ir al cine a ver la película de los Simpsons, de los que ambas eran fans.
Necesitaban relajarse un poco porque últimamente el trabajo en el colegio había sido absolutamente agotador. Los alumnos se estaban preparando para hacer sus exámenes finales, así que aquello significaba extra papeleo y quebraderos de cabeza. Marin, la pelirroja, era profesora de inglés y la otra, Shaina, trabajaba de recepcionista.
Marin además quería preguntar algo a su amiga pero se esperó a que terminara la película y después se fueron a un restaurante a cenar. Durante la cena hablaron un buen rato de cosas sin importancia, cada una disfrutando de la compañía de la otra, ya que aunque se veían prácticamente a diario no tenían ocasión de pararse a hablar muy a menudo debido al trabajo.
Cuando estaban tomando el postre, un enorme helado de varios sabores que consumían entre las dos (un postre y dos cucharillas), Marin se armó finalmente de valor para explicar a su amiga lo que llevaba varios días muriéndose de ganas de hacer.
-Shaina, !no te vas a creer lo que vi en la puerta de "Alexandros"! (la mejor discoteca local) -dijo muy excitadamente.
-¿De qué se trata? -respondió picada por la curiosidad.
-Dentro de dos semanas viene una troupe de strippers...
-Mmmm, ya veo, ¿y....?
-Y... esto... me gustaría que.... ¿quieres venir conmigo a verlos?
-Bueno, yo...-respondió algo sorprendida al oir a su amiga.
-!Venga!, !que nos divertiremos!.
-¿Pero tú has visto alguno de estos espectáculos antes?
-No exactamente. Aioria y yo fuimos hace un par de años a ver una obra de teatro que se titulaba "Despedida de soltera" en la que cuatro actores hacían de strippers y como parte del guión debían desnudarse y bailar delante de la audiencia. Era una comedia.
-!¿Qué dices?! -exclamó bastante sorprendida- ¿se desnudaron por completo?
-Sí, pero justo cuando iban a quitarse la última prenda se apagaron de sopetón las luces del teatro.
*!Anda, di que sí!... que no quiero ir sola*
-!Uauuu!... !un momento!, ¿dices que Aioria estaba contigo?.
-!Pues claro!, fuimos a la función en la que los hombres acompañados por una chica no pagaban entrada...
-Muy bueno...
-Mira, no sé como será con éstos, pero me imagino que será algo por un igual y según creo el desnudo es integral.
-¿Y qué dice Aioria a todo esto?,¿lo sabe?
-Aún no, pero que que diga lo que quiera. El tiene oportunidad de irse de marcha, yo la tengo muy pocas veces y me hace ilusión ir. !Anda!, di que vendrás conmigo...
-¿Cuánto cuestan las entradas?
-!Ni idea!, pero puedo averiguarlo.
-Llámame cuando lo sepas.
Marin estaba muy contenta y nada más llegar a casa llamó por teléfono para pedir información sobre el coste de las entradas. Unos minutos más tarde llamó a Shaina con la información.
-Los billetes cuestan 20 euros cada uno.
-Son un poquito caros, Marin.
-Sí, pero incluyen bebidas y también hay otros artistas. Además, si vamos en un grupo de 5 o más nos hacen un 25% de descuento. Yo voy a ir aunque sea sola. ¿Qué dices?, ¿de verdad que no te apetece?
-Cuenta conmigo, !me has convencido! -respondió Shaina riéndose.
Aquella noche Marin estaba tan excitada que apenas podía pegar un ojo. Su esposo, Aioria, le preguntó cariñosamente que se traía entre manos y si tenía algo que decirle que debiera preocuparle. Marin le contó todo.
-¿Por qué no pides a Juno y Fler que os acompañen?
-¿Tú crees que aceptarían? Fler quizás sí pero Juno no hace nada sin preguntar antes a Albiore.
-No pierdes nada por preguntar, amor mío.
-Cierto... ¿de verdad no te importa que vaya?
-Claro que no, mi cielo. Tú ve y diviértete.
-Gracias, Aioria.
-De nada, preciosa, pero quiero algo a cambio... -dijo acercándose a ella-... porque quien sabe lo que harás entre tanto chico guapo...
-¿Ah, sí? ya me imaginaba que esto me costaría algo, leoncito (sonrisa pícara en su rostro) ¿qué desea mi amado esposo?.
-Mmm... !cómo si no lo supieras!.......
Capítulo 2. Llamadas de teléfono
Unos días más tarde Marin telefoneó a June y Fler.
June se había casado hacía poco tiempo con Albiore, un guapísimo argentino que daba clases nocturnas de mecánica para mujeres en el mismo colegio en el que trabajaban Marin y Shaina. Desgraciadamente, Albiore era un poquito celoso y no le hacía mucha gracia que su mujer fuera a ver el espectáculo, pero no se opuso ya que iría con sus amigas.
Fler no se lo pensó dos veces y aceptó inmediatamente, hasta incluso les resolvió el problema de la quinta persona: su hermana mayor Hilda, que estaba de visita por unos días y dijo que le gustaría ir.
Marin hizo otra llamada, esta vez para reservar los billetes.
Entretanto en la oficina de Alexandros
Camus, el dueño de Alexandros recibió una llamada de teléfono en su oficina. Al otro lado del hilo estaba Milo, el que estaba al cargo de llevar a los strippers y la organización del espectáculo.
-Dígame.
-¿Camus? !Hola!, soy Milo.
-Milo, ¿cómo estás?
-Muy bien ¿y tú? !Oye!, ¿cómo va la venta de entradas?
-Creo que fue una buena idea organizar este show, se estan vendiendo como rosquillas y el local estará lleno en la noche. Por cierto, ¿quienes te acompañarán?
-Tengo a dos hermanos gemelos guapísimos que actuarán juntos y también a otro chico algo más joven que creo que se llevará de calle a las muchachas, se llama Shiryu y ¿cómo no? también tendremos a Mystic Mu, el hipnotizador.
-Ummm.... gemelos, ¿eh? ¿qué más habrá? Me dijiste que habías tenido otra idea para recaudar más dinero.
-Claro, había pensado en subastar a cinco de tu guardias de seguridad.
-¿Una subasta? -dijo Camus con gran interés.
-Sí, se les subastará individualmente y quien sea el mejor postor o postora podrá tenerlos en su casa durante toda una tarde para hacer lo que quieran con ellos.
-¿Lo que quieran? !Oye, tío!, no te pases que estos chicos no son putitas.
-Lo que quieran dentro de un límite, claro está; por ejemplo, que les limpien la casa, reparaciones, que les laven el coche, ya sabes este tipo de cosas.
-Ah, bueno...
-!Nada, chico!, te vuelvo a llamar de aquí a unos días para que me pongas al corriente, ¿vale? !Hasta pronto!.
-!À bientôt, Milo! -respondió el francés pasándose la lengua por los labios.
* Milo siempre suena tan sensual incluso cuando sólo lo oyes por el teléfono*
Camus no hizo mas que colgar el aparato cuando sonó de nuevo.
-!Dígame!.
-!Cami, amigo mío!, ¿cómo estás?
-Aioria, !qué sorpresa! No sabes lo que me alegra oír tu voz -dijo un muy feliz Camus.
-!Fantástico!...¿Sabes? Creo que el día 24 no habrá moros en la costa.
-¿Cómo así?
-Marin se va a pasar todo el fin de semana con unas amigas suyas.
-Eso es estupendo, ¿podremos vernos?
-!Ya lo creo, chico!. Si quieres puedes venir tambien la semana que viene, mi hermano mayor estará aquí de visita durante unos días y sé cuánto le gustaría verte.
-¿Oh?
-Además, será estupendo ir a la reunión, ¿sabes si los otros irán también?
-No lo sé, sólo tres han confirmado (Aioria es interrumpido por el timbre)... !Vaya, hombre!, llaman a la puerta.
- No te preocupes. Esta noche te daré un toque para confirmar lo de la próxima semana. a mí también me gustaría ver de nuevo a Aioros.
-Hasta luego entonces.
-À toute à l'heure!.
Capítulo 3. Otro hombre en casa.
Marin estaba algo preocupada porque una de las chicas, Hilda, decidió cancelar el ir al club y no sabía a quién más preguntar, sólo esperaba que las otras no se rajaran en el último momento.
Sin embargo, aquella tarde pasó algo que le hizo olvidar ese problemilla. Hacía muy pocos días había comenzado a trabajar un sustituto del profesor de educación física: un joven ruso, rubio y con los ojos azules que era muy popular con las chicas.
Aquella tarde Marin había terminado tarde de trabajar y se iba al aparcamiento a recoger su coche cuando vio al joven sustituto salir del recinto. Aquel día llovía a cántaros y Hyoga iba a pie, Marin llegó a su altura y le dijo que le llevaría a su casa.
-No gracias, no quisiera molestar.
-!No es molestia, hombre!. !Sube al coche!, insisto... -sonrió la chica.
-Muchas gracias, eres muy amable.
-De nada, hombre. !Anda!, !sube! que si no vas a llegar a tu casa hecho una sopa y pillarás una pulmonía. (Pausa hasta que Hyoga se acomoda en el asiento del pasajero) ¿Dónde vives?
Hyoga dudó un momento pero le dio la dirección, se pusieron en camino y al cabo de pocos minutos llegaron a lo que parecían los barrios bajos de la ciudad. El chico se bajó dándole las gracias e iba a entrar en una casa de aspecto bastante dilapidado en la que tenía una habitación alquilada, pero
vieron que la casera salía en aquellos momentos con cara de muy pocos amigos exigiendo que le pagara el alquiler de tres meses más por adelantado y diciéndole que había incrementado el precio. El pobre muchacho estaba medio muerto de vergüenza y no podía dar crédito a sus oídos.
Marin estaba dando marcha atrás al coche cuando vio lo que pasaba y se quedó horrorizada sobretodo cuando la vieja bruja salía apresuradamente del edificio seguida por varias bolsas negras con las escasas posesiones del chico.
Oyendo los gritos de aquella horrible mujer, Marin se bajó del coche y se dirigió hacia el joven ruso, cuyo rostro estaba rojo.
-Hyoga, ¿qué te ha pasado?
-Esa... paskudniak... !maldita mujer!. Marin, aquí tengo los recibos (se los enseña) y la muy bruja insiste en que le pague más a pesar de que ya lo hice.
-(Marin lo miró horrorizada y dirigió una mirada asesina hacia la casera, la cual la ignoró cerrando la puerta tras de sí) !Mira!, aquí no puedes quedarte. ¿No tienes otro sitio a dónde ir?
-No.
Los dos se estaban empapando bajo la lluvia y Marin decidió prestar ayuda a su compañero de trabajo que se encontraba en un terrible problema, a pesar de que no tenía ni la mas mínima idea de cómo se tomaría Aioria el que trajera a alguien a casa a quien apenas conocía y sin saber por cuánto tiempo permanecería allí.
-Entonces ven a mi casa.
-Eres muy amable, Marin... pero no puedo imponer... ¿y tu marido?
-Vamos, !no seas tonto!. Tengo una habitación libre y puedes quedarte el tiempo que te haga falta hasta que encuentres otro sitio. No te preocupes por Aioria que yo me encargaré de él.... además, sé donde trabajas.
-(Hyoga se rio) Gracias.
-De nada. Sube al coche antes de que pillemos un resfriado de muerte.
Los dos se fueron a casa de Marin. Aioria se sorprendió un poco al ver al chico, pero no puso ninguna objeción a que se quedara cuando Marin le explicó el problema y por suerte, el piso era bastante grandecito.
Aquella noche tenían a otro invitado en casa, su hermano mayor, Aioros.
Aioros era apróximadamente cinco años mayor que él, con el cabello más oscuro y su mismo atractivo, aunque mientras que el más joven estaba felizmente casado, el mayor tenía fama (bien justificada) de ser muy ligón y de tener una pareja detrás de otra.
Durante la cena se produjo una animada charla de la que Hyoga estaba ausente pues se encontraba agotado y se había ido a dormir.
-¿Qué, hermano mayor?, ¿vas a contarnos quién es tu nuevo ligue?
-Aioria, !no seas impertinente! (mirada pícara) Marin, estás guapíisima...
-(Devolviéndole la mirada) Gracias, también tú lo estas, pillín. Aioooorooosss...¿No vas a contestar a tu hermano? me muero de ganas por saber quién es...
-Ja, ja, pues os tendréis que aguantar porque no pienso soltar prenda, además, ¿quién dice que tenga pareja fija?
*!Anda que no saben de qué pie cojeo! pero lo cierto es que de momento no hay nadie en el horizonte, ¿aunque quién sabe? *
(Cambiando el tema) Por cierto, ¿quién es el bomboncito que está en la otra habitación? (Mira burlonamente a la parejita feliz) Marin, no me digas que te has echado un novio...
-Es un compañero de trabajo.
-Mmmm... cuéntame, cuéntame....
-Hermano, !ni se te ocurra!.... -le advirtió Aioria.
-¿Qué pasa? ¿lo quieres para ti solito?
-!!Aioros!!.
Hyoga se despertó al oír las voces y salió de la habitación, Marin se dirigió a él.
- Hyoga, ¿qué te ocurre?
-Perdóname, Marin, tengo la cabeza que me va a reventar, ¿tienes unas aspirinas? (A los hermanos) Hola, Aioria y ¿...?
-Este es mi cuñado, Aioros.
-Hola, Aioros. Encantado de conocerte.
-El gusto es mío.
El chico griego dirigió al ruso una mirada muy salaz que no le pasó completamente desapercibida, pero como a Hyoga le atormentaba el dolor de cabeza y un ligero mareo en cuanto Marin regresó con las aspirinas se volvió a su dormitorio. Mientras tanto el telefono sonó y Aioria respondió a la llamada.
Se trataba de Camus que vendría dentro de tres noches para cenar. Marin lanzó una mirada asesina a Aioros y le hizo un gesto como diciéndole "ni se te ocurra". La cena tocó a su fin tras algo más de conversación y una hora más tarde todos se fueron a dormir.
Re: Las chicas se van de marcha, 1a parte (Milo x Hyoga)
Capítulo 4. ¿Aioros o Camus?
Tres días después.
Hyoga aún estaba en casa de Marin mientras seguía buscando algún otro lugar donde vivir. Esta mañana se había levantado algo más tarde que de costumbre. Aioria ya se había marchado al trabajo y Marin dormía.
El chico ruso se dirigió a la cocina para prepararse un café. Acababa de salir de la ducha y sólo llevaba unos pantalones de chándal negros puestos, su cabello rubio aún estaba mojado y algunas gotitas de agua caían por su torso y espalda.
Aioros también se había despertado tarde y al entrar en cocina fue cuando se encontró con esta deliciosa visión delante suyo. Con reflejos de felino ya se había colocado detrás suyo antes de que Hyoga tuviera tiempo de girarse.
-Hola, Hyoga -le dijo en una voz muy sensual colocando las manos sobre sus hombros.
-¿Aioros...? -respondió el chico un tanto sobresaltado, dándose la vuelta y quedando tan sólo a unos pocos centímetros de su cara.
-Así es, precioso.
Antes de que el chico pudiera pararlo Aioros unió sus labios a los suyos brevemente y le tomó de la cintura para que no pudiera escaparse fácilmente.
-Aioros, suéltame- dijo en una casi ahogada voz.
-!No!, quiero besarte de nuevo -le dijo acercando más el rostro y haciéndole pequenas cosquillas con la punta de la nariz mientras que sus manos poderosas y hábiles se deslizaban por su espalda hasta llegar a la cintura.
-Por favor...
El chico mayor le silenció con un dulce beso al que el joven ruso no le ofreció resistencia alguna. Primero le rozó los labios con los suyos y poco a poco le fue introduciendo la lengua para poder explorar aquella deliciosa boquita que tanto le excitaba.
!Qué bien besaba!, Hyoga no podía resistirse a aquel veterano seductor.
Las manos de Aioros no se quedaban quietas, una acariciaba la espalda bien formada del muchacho y la otra su pecho, donde de tanto en tanto le atrapaba una de sus tetillas y se la pellizcaba hasta que se endurecía para volver a repetir la operación con la otra porque le enloquecía tocar aquella piel ligeramente bronceada por el sol y tan suave al tacto.
El también quería sentir las manitas del rubio acariciándole ya que le excitaba sobremanera y sentía como su verga se endurecía más y más con cada roce. "Disimuladamente" Aioros se frotaba contra el cuerpo entero del chavalín hasta que por fin notó que en la entrepierna de éste había una zona que palpitaba y se había comenzado a despertar.
-¿Nos vamos a mi habitación? -le dijo en una voz llena de deseo.
-Aioros... no creo que... esa sea buena... idea....ahhhhhhh... -respondió con las palabras entrecortadas debido a los gemidos que escapaban de sus labios cortesía de las atrevidas caricias del chico mayor.
-¿Por qué no? -mientras le mordisqueaba el lóbulo de una oreja.
-No creo que a Marin... -dijo algo sonrojado buscando una excusa.
*Claro que quiero seguir pero Marin y Aioria seguro que se enfadarían y me echarían de aquí si me acostara con él.*
-Estas todo rojito... me encantas así... !Anda!, !ven a mi cama que estaremos mas comódos! -mirándolo directamente a los ojos.
-Aioros, no puedo... -apartando la vista mientras Aioros lo miraba lujuriosamente.
-Sí que puedes, además lo estás deseando tanto como yo -le dijo en un susurro metiendo la mano dentro de sus pantalones para frotar directamente sus genitales que ya estaban totalmente erectos y una gran sonrisa se le dibujó en el rostro cuando se dio cuenta que no llevaba ropa interior.
En cuanto a Hyoga, aquel contacto tan íntimo le hizo gemir en voz alta, así que Aioros, rápido como un rayo, le bajó la prenda para poder arrodillarse frente al muchacho y chuparle su miembro. El ruso estaba tan excitado que no tardó en vaciarse en la boca del griego pero sin darse cuenta se movió bruscamente y la cafetera fue a parar al suelo haciendo un estruendo horrible.
Hyoga aún se estaba subiendo los pantalones cuando Marin entró por la puerta de la cocina.
-!Aioros! !Hyoga! ¿qué demonios estáis haciendo?
-Hola, cuñadita, aquí el joven ruso y yo estábamos haciendo un... intercambio cultural.
-¿De veras? ¿así es como se llama eso ahora? -preguntó algo indignada.
-Marin... -dijo un ruborizadísimo Hyoga.
-Hyoga, déjame a solas con él. Aioros, !quiero hablar contigo!.
-!Venga, cuñadita!, no te enfades...
-!AHORA!.
Hyoga decidió que lo mejor sería retirarse, se fue a su habitación y se puso a llenar una bolsa de deportes con su ropa y otras pertenencias pues ya creía que Marin lo iba a poner de patitas en la calle sin ni siquiera darle una oportunidad para explicarse. Estaba acostumbrado a que le trataran así, tanto en Rusia como aquí. Desde su habitación podía oír la voz de la indignada dueña de la casa.
-Aioros, ¿cómo te atreves a hacer algo así con un huésped en mi casa?
-Vamos, vamos, !que no es para tanto! y él no es ningún niño.
-Estas en MI casa y no voy a permitir que abuses de nuestra hospitalidad.
-Marin, los dos somos mayores de edad y yo no lo forcé a hacer nada.
-Puede que no, pero ese muchacho ya ha sufrido bastante y no necesita que lo hieran más (suavizando la voz) por favor, Aioros.
-Ya que me lo pides así, te prometo que dejaré al chico en paz o no ser que él me pida lo contrario, preciosa, pero a cambio.... !quiero un besito! (riendo y senalándose los labios).
-No me fio de ti, ¿sólo un besito?, ¿seguro?
-Sí, mujer, un besito solamente con esa boquita de fresa,venga que mi hermano se lleva todo lo demás. (Retintín en la voz) Si todo va a quedarse en familia, cielo -se senaló los labios de nuevo.
-Está bien.
Marin le tomó el rostro con las dos manos, acercó el suyo hasta prácticamente tocar los labios de su cuñado pero se desvió rápidamente y el beso fue a parar a la mejilla del chico. Aioros fingió enfadarse, pero Marin lo mandó a paseo.
-Aioros, espero que esta noche te comportes como toca pues tenemos visita.
-¿Visita? ¿Alguien a quien conozco?
-Es posible, tú conoces a casi todo el mundo, hasta en el sentido bíblico...
Ambos dejaron escapar una enorme risotada y Marin se fue a ver al ruso que ya salía de su dormitorio con un fardo.
-Hyoga, ¿a dónde vas?
-Supongo que después de lo que ha pasado querrás que me vaya...
-¿Y por qué habría de quererlo?
-Como Aioros es el hermano de tu esposo... Además, oí que le estabas dando un buen rapapolvos y pensé que harías igual conmigo.
-!No seas tonto!. Empezó él, ¿no es cierto?
-Sí... -dijo en una voz muy apagada.
-!Lo que suponía! No te preocupes, Hyoga, que Aioria y yo sabemos de qué pie cojea nuestro querido Aioros.
Entretanto.
Camus había quedado en presentarse en casa de Aioria y Marin a las nueve.
Tres horas antes había recibido una llamada de Milo en la que le dijo que uno de sus strippers se había torcido un tobillo y no podría actuar, así que les hacía falta encontrar un sustituto lo antes posible.
Dos horas y media después un muy preocupado Camus salía de su casa para ir a la de sus amigos. En el camino se paró en una tienda para comprar una caja de bombones y unas flores para su anfitriona. Llegó a la hora acordada porque Camus era muy preciso siempre y si había algo que detestara era la impuntualidad. Marin le abrió la puerta.
-Buenas noches a todos.
-Buenas noches.
-Marin, unas bonitas flores para la flor más bella de todas -le saludó galantemente dándole las flores y la caja de bombones.
-Camus, gracias, eres un perfecto caballero. (Con sorna mirando a su esposo) No como otros... (A Camus) Pasa al salón y siéntate, Aioria te preparará lo que quieras tomar.
Marin fue a poner las flores en agua y un jarrón. Un ratito más tarde, después de un poco de conversación la cena comenzó.
Capítulo 5. Misión Hyoga.
La cena transcurrió en una atmósfera muy amena entre los cinco comensales: Aioros, Aioria, Marin, Hyoga y Camus.
El francés nada más llegar había notado la presencia del chico ruso y lo atractivo que era. Durante la cena se comportó como un perfecto caballero e hizo sentir a Hyoga cómodo en su presencia. El muchacho se encontraba algo cohibido puesto que no estaba acostumbrado a que nadie le ofreciera hospitalidad y también por las lascivas miradas que el hermano de su anfitrión de cuando en cuando le lanzaba. Camus le preguntó a qué se dedicaba a lo que Hyoga le respondió que era profesor de educación física, aunque un tiempo atrás había trabajado como bailarín en Rusia.
-(Marin) !Qué calladito te lo tenías!
-(Hyoga riendo) !Mujer!, no te voy a contar todos mis secretos -guiñándole un ojo.
-(Aioria) !Jovencito!, me parece que voy a tener que vigilarte. Marin está casada conmigo... ja, ja, ja.
-(Aioros) !Como si no lo supiéramos, hermanito!.
-¿Por qué no haces una demostración, precioso?-le preguntó Marin. (Camus también se estaba muriendo de ganas de verlo bailar porque de repente le vino a la mente la conversación que tuvo unas horas antes con Milo, ¿y si....?
-!Oh, no!, que llevo mucho tiempo sin hacerlo.
-(Todos) !Venga!, no nos dejes en ascuas.
Finalmente, lo dejaron en paz porque el pobre estaba muy ruborizado. Aioros miraba muy divertido como Camus hablaba con Hyoga, aunque no sin un pequeño deje de celos, porque a él también le gustaba el chico ruso y el francés no estaba nada mal tampoco, ese acento suyo era muy sexy. Milo (su actual novio, con quien había empezado a salir tan sólo hacía unos días, aunque ya se conocían de mucho antes) tendría competencia con estos dos.
Aclaremos que a pesar de que por su comportamiento Aioros daba la impresión de ser un Don Juan Tenorio, cabe decir que Milo tampoco era precisamente un angelito fiel a su pareja.
Marin y Aioria se estaban riendo por lo bajito porque ya sabían como funcionaban los pensamientos del sagitariano.
Camus observaba las miradas que le echaba el guapísimo griego pero le seguía rondando por la cabeza aquella llamada de Milo y Hyoga quizás podria ser la solución a aquel problemilla....
La cena transcurrió sin percance alguno y después del café, cuando ya le llegó la hora de irse, Camus se fue hacia Marin para darle unos besos en las mejillas.
-Marin, ha sido una velada deliciosa, muchas gracias por invitarme.
-De nada, Camus, como siempre es un placer tenerte en casa.
-Hyoga, mucho gusto en conocerte. Aioros, me alegra verte de nuevo.
Antes de irse le dio a Hyoga una tarjetita con su número de teléfono. Hyoga no sabía qué hacer con ella pero se la guardó en el bolsillo. Camus le había contado que era el dueño de varios locales tipo discoteca y night-clubs y que le gustaría mucho volver a verlo. Hyoga le respondió que también le gustaría pero que no sabía por cuánto tiempo estaría basado en Grecia puesto que su permiso de trabajo expiraría dentro de poco y el puesto del colegio estaba en una situación precaria porque pronto el profesor que hacía las clases normalmente regresaría después de haber estado seis meses de baja.
A la mañana siguiente el ruso se fue al trabajo pero recibió un mensaje de parte del director del colegio para que acudiera a verle a su oficina después de su clase matutina. Hyoga entró con el corazón en un puño, sin embargo, recibió buenas noticias puesto que le habían extendido su contrato para como mínimo otros seis meses con la posibilidad de un empleo fijo tras un período de prueba. El chico se marchó de allí muy aliviado y por la tarde, después de almorzar, se fue de nuevo a pasar el resto del día a buscar su propio lugar donde vivir.
Fue a visitar un pequeño apartamento que estaba en el centro de la ciudad justo encima de un salón de belleza llamado "Afrodita". Aquel pisito, aunque muy chiquito, le gustó y el alquiler no era muy alto, así que decidió concertar una cita con el dueño y llegar a un acuerdo con él.
!Cual sería su sorpresa cuando el hombre que apareció por la puerta era Camus!.
-¿Hyoga, ¿qué haces aquí?
-Busco un lugar para vivir.
-¿De verdad? Entonces, ¿qué hacías en casa de Marin?
-Marin me hizo un favor enorme al acogerme en su casa, pero no puedo abusar de su hospitalidad indefinidamente. He de buscar mi propio sitio.
-Pues si lo quieres, el piso es tuyo.
-¿De verdad?
-Sí, mañana firmamos el contrato si de verdad lo quieres.
-Muchas gracias, Camus. Eres muy amable.
-(Mirándolo de reojo) Hyoga, ¿tienes algo que hacer esta noche?
-No, ¿por qué?
-¿Te gustaría cenar conmigo?
Hyoga se quedó muy sorprendido porque no se esperaba que ese hombre tan atractivo quisiera salir con él.
-No quisiera abusar de...
-No es ninguna molestia, de hecho, me harías un favor enorme. Tengo un amigo que quiere conocerte.
-¿Cómo así? -le miró perplejo- ¿un amigo tuyo dices?
-Así es, ¿te va bien a las nueve?
-Sí, ¿dónde nos vemos? -respondió el muchacho con gran curiosidad.
-Podemos vernos aquí, yo te recogeré en el coche.
-Bueno, pues hasta luego. Muchas gracias, Camus.
-De nada. Au revoir, mon cher.
Nada más llegar a su casa llamó a Milo por teléfono para darle las buenas noticias: habría audición esta noche.
Entretanto el chico ruso se dirigió a casa de Marin a toda prisa para cambiarse de ropa y asearse puesto que sólo tenía tres horas.
Marin vio que estaba muy excitado y le preguntó qué pasaba.
-He quedado con Camus para cenar.
-Mmmm, con Camus, ¿eh?
-Marin, que sólo es una cena y... creo que también he encontrado donde vivir.
-¿Dónde?
-Encima del salón de Afrodita hay un pisito que está en alquiler. Manana firmo el contrato.
-Hyoga, no hay prisa porque te vayas de aquí, ¿sabes?
-Lo sé, Marin, tú y Aioria habéis sido muy buenos conmigo pero no puedo seguir abusando de vuestra hospitalidad y además, me gustaría tener mi propia casa.
-Lo entiendo, muchacho. ¿A qué hora quedaste?
-A las nueve en el salón de Afrodita.
-Será mejor que te apresures. Si quieres te llevo en coche.
-Gracias.
-De nada y espero que disfrutes de tu cita.
Tres días después.
Hyoga aún estaba en casa de Marin mientras seguía buscando algún otro lugar donde vivir. Esta mañana se había levantado algo más tarde que de costumbre. Aioria ya se había marchado al trabajo y Marin dormía.
El chico ruso se dirigió a la cocina para prepararse un café. Acababa de salir de la ducha y sólo llevaba unos pantalones de chándal negros puestos, su cabello rubio aún estaba mojado y algunas gotitas de agua caían por su torso y espalda.
Aioros también se había despertado tarde y al entrar en cocina fue cuando se encontró con esta deliciosa visión delante suyo. Con reflejos de felino ya se había colocado detrás suyo antes de que Hyoga tuviera tiempo de girarse.
-Hola, Hyoga -le dijo en una voz muy sensual colocando las manos sobre sus hombros.
-¿Aioros...? -respondió el chico un tanto sobresaltado, dándose la vuelta y quedando tan sólo a unos pocos centímetros de su cara.
-Así es, precioso.
Antes de que el chico pudiera pararlo Aioros unió sus labios a los suyos brevemente y le tomó de la cintura para que no pudiera escaparse fácilmente.
-Aioros, suéltame- dijo en una casi ahogada voz.
-!No!, quiero besarte de nuevo -le dijo acercando más el rostro y haciéndole pequenas cosquillas con la punta de la nariz mientras que sus manos poderosas y hábiles se deslizaban por su espalda hasta llegar a la cintura.
-Por favor...
El chico mayor le silenció con un dulce beso al que el joven ruso no le ofreció resistencia alguna. Primero le rozó los labios con los suyos y poco a poco le fue introduciendo la lengua para poder explorar aquella deliciosa boquita que tanto le excitaba.
!Qué bien besaba!, Hyoga no podía resistirse a aquel veterano seductor.
Las manos de Aioros no se quedaban quietas, una acariciaba la espalda bien formada del muchacho y la otra su pecho, donde de tanto en tanto le atrapaba una de sus tetillas y se la pellizcaba hasta que se endurecía para volver a repetir la operación con la otra porque le enloquecía tocar aquella piel ligeramente bronceada por el sol y tan suave al tacto.
El también quería sentir las manitas del rubio acariciándole ya que le excitaba sobremanera y sentía como su verga se endurecía más y más con cada roce. "Disimuladamente" Aioros se frotaba contra el cuerpo entero del chavalín hasta que por fin notó que en la entrepierna de éste había una zona que palpitaba y se había comenzado a despertar.
-¿Nos vamos a mi habitación? -le dijo en una voz llena de deseo.
-Aioros... no creo que... esa sea buena... idea....ahhhhhhh... -respondió con las palabras entrecortadas debido a los gemidos que escapaban de sus labios cortesía de las atrevidas caricias del chico mayor.
-¿Por qué no? -mientras le mordisqueaba el lóbulo de una oreja.
-No creo que a Marin... -dijo algo sonrojado buscando una excusa.
*Claro que quiero seguir pero Marin y Aioria seguro que se enfadarían y me echarían de aquí si me acostara con él.*
-Estas todo rojito... me encantas así... !Anda!, !ven a mi cama que estaremos mas comódos! -mirándolo directamente a los ojos.
-Aioros, no puedo... -apartando la vista mientras Aioros lo miraba lujuriosamente.
-Sí que puedes, además lo estás deseando tanto como yo -le dijo en un susurro metiendo la mano dentro de sus pantalones para frotar directamente sus genitales que ya estaban totalmente erectos y una gran sonrisa se le dibujó en el rostro cuando se dio cuenta que no llevaba ropa interior.
En cuanto a Hyoga, aquel contacto tan íntimo le hizo gemir en voz alta, así que Aioros, rápido como un rayo, le bajó la prenda para poder arrodillarse frente al muchacho y chuparle su miembro. El ruso estaba tan excitado que no tardó en vaciarse en la boca del griego pero sin darse cuenta se movió bruscamente y la cafetera fue a parar al suelo haciendo un estruendo horrible.
Hyoga aún se estaba subiendo los pantalones cuando Marin entró por la puerta de la cocina.
-!Aioros! !Hyoga! ¿qué demonios estáis haciendo?
-Hola, cuñadita, aquí el joven ruso y yo estábamos haciendo un... intercambio cultural.
-¿De veras? ¿así es como se llama eso ahora? -preguntó algo indignada.
-Marin... -dijo un ruborizadísimo Hyoga.
-Hyoga, déjame a solas con él. Aioros, !quiero hablar contigo!.
-!Venga, cuñadita!, no te enfades...
-!AHORA!.
Hyoga decidió que lo mejor sería retirarse, se fue a su habitación y se puso a llenar una bolsa de deportes con su ropa y otras pertenencias pues ya creía que Marin lo iba a poner de patitas en la calle sin ni siquiera darle una oportunidad para explicarse. Estaba acostumbrado a que le trataran así, tanto en Rusia como aquí. Desde su habitación podía oír la voz de la indignada dueña de la casa.
-Aioros, ¿cómo te atreves a hacer algo así con un huésped en mi casa?
-Vamos, vamos, !que no es para tanto! y él no es ningún niño.
-Estas en MI casa y no voy a permitir que abuses de nuestra hospitalidad.
-Marin, los dos somos mayores de edad y yo no lo forcé a hacer nada.
-Puede que no, pero ese muchacho ya ha sufrido bastante y no necesita que lo hieran más (suavizando la voz) por favor, Aioros.
-Ya que me lo pides así, te prometo que dejaré al chico en paz o no ser que él me pida lo contrario, preciosa, pero a cambio.... !quiero un besito! (riendo y senalándose los labios).
-No me fio de ti, ¿sólo un besito?, ¿seguro?
-Sí, mujer, un besito solamente con esa boquita de fresa,venga que mi hermano se lleva todo lo demás. (Retintín en la voz) Si todo va a quedarse en familia, cielo -se senaló los labios de nuevo.
-Está bien.
Marin le tomó el rostro con las dos manos, acercó el suyo hasta prácticamente tocar los labios de su cuñado pero se desvió rápidamente y el beso fue a parar a la mejilla del chico. Aioros fingió enfadarse, pero Marin lo mandó a paseo.
-Aioros, espero que esta noche te comportes como toca pues tenemos visita.
-¿Visita? ¿Alguien a quien conozco?
-Es posible, tú conoces a casi todo el mundo, hasta en el sentido bíblico...
Ambos dejaron escapar una enorme risotada y Marin se fue a ver al ruso que ya salía de su dormitorio con un fardo.
-Hyoga, ¿a dónde vas?
-Supongo que después de lo que ha pasado querrás que me vaya...
-¿Y por qué habría de quererlo?
-Como Aioros es el hermano de tu esposo... Además, oí que le estabas dando un buen rapapolvos y pensé que harías igual conmigo.
-!No seas tonto!. Empezó él, ¿no es cierto?
-Sí... -dijo en una voz muy apagada.
-!Lo que suponía! No te preocupes, Hyoga, que Aioria y yo sabemos de qué pie cojea nuestro querido Aioros.
Entretanto.
Camus había quedado en presentarse en casa de Aioria y Marin a las nueve.
Tres horas antes había recibido una llamada de Milo en la que le dijo que uno de sus strippers se había torcido un tobillo y no podría actuar, así que les hacía falta encontrar un sustituto lo antes posible.
Dos horas y media después un muy preocupado Camus salía de su casa para ir a la de sus amigos. En el camino se paró en una tienda para comprar una caja de bombones y unas flores para su anfitriona. Llegó a la hora acordada porque Camus era muy preciso siempre y si había algo que detestara era la impuntualidad. Marin le abrió la puerta.
-Buenas noches a todos.
-Buenas noches.
-Marin, unas bonitas flores para la flor más bella de todas -le saludó galantemente dándole las flores y la caja de bombones.
-Camus, gracias, eres un perfecto caballero. (Con sorna mirando a su esposo) No como otros... (A Camus) Pasa al salón y siéntate, Aioria te preparará lo que quieras tomar.
Marin fue a poner las flores en agua y un jarrón. Un ratito más tarde, después de un poco de conversación la cena comenzó.
Capítulo 5. Misión Hyoga.
La cena transcurrió en una atmósfera muy amena entre los cinco comensales: Aioros, Aioria, Marin, Hyoga y Camus.
El francés nada más llegar había notado la presencia del chico ruso y lo atractivo que era. Durante la cena se comportó como un perfecto caballero e hizo sentir a Hyoga cómodo en su presencia. El muchacho se encontraba algo cohibido puesto que no estaba acostumbrado a que nadie le ofreciera hospitalidad y también por las lascivas miradas que el hermano de su anfitrión de cuando en cuando le lanzaba. Camus le preguntó a qué se dedicaba a lo que Hyoga le respondió que era profesor de educación física, aunque un tiempo atrás había trabajado como bailarín en Rusia.
-(Marin) !Qué calladito te lo tenías!
-(Hyoga riendo) !Mujer!, no te voy a contar todos mis secretos -guiñándole un ojo.
-(Aioria) !Jovencito!, me parece que voy a tener que vigilarte. Marin está casada conmigo... ja, ja, ja.
-(Aioros) !Como si no lo supiéramos, hermanito!.
-¿Por qué no haces una demostración, precioso?-le preguntó Marin. (Camus también se estaba muriendo de ganas de verlo bailar porque de repente le vino a la mente la conversación que tuvo unas horas antes con Milo, ¿y si....?
-!Oh, no!, que llevo mucho tiempo sin hacerlo.
-(Todos) !Venga!, no nos dejes en ascuas.
Finalmente, lo dejaron en paz porque el pobre estaba muy ruborizado. Aioros miraba muy divertido como Camus hablaba con Hyoga, aunque no sin un pequeño deje de celos, porque a él también le gustaba el chico ruso y el francés no estaba nada mal tampoco, ese acento suyo era muy sexy. Milo (su actual novio, con quien había empezado a salir tan sólo hacía unos días, aunque ya se conocían de mucho antes) tendría competencia con estos dos.
Aclaremos que a pesar de que por su comportamiento Aioros daba la impresión de ser un Don Juan Tenorio, cabe decir que Milo tampoco era precisamente un angelito fiel a su pareja.
Marin y Aioria se estaban riendo por lo bajito porque ya sabían como funcionaban los pensamientos del sagitariano.
Camus observaba las miradas que le echaba el guapísimo griego pero le seguía rondando por la cabeza aquella llamada de Milo y Hyoga quizás podria ser la solución a aquel problemilla....
La cena transcurrió sin percance alguno y después del café, cuando ya le llegó la hora de irse, Camus se fue hacia Marin para darle unos besos en las mejillas.
-Marin, ha sido una velada deliciosa, muchas gracias por invitarme.
-De nada, Camus, como siempre es un placer tenerte en casa.
-Hyoga, mucho gusto en conocerte. Aioros, me alegra verte de nuevo.
Antes de irse le dio a Hyoga una tarjetita con su número de teléfono. Hyoga no sabía qué hacer con ella pero se la guardó en el bolsillo. Camus le había contado que era el dueño de varios locales tipo discoteca y night-clubs y que le gustaría mucho volver a verlo. Hyoga le respondió que también le gustaría pero que no sabía por cuánto tiempo estaría basado en Grecia puesto que su permiso de trabajo expiraría dentro de poco y el puesto del colegio estaba en una situación precaria porque pronto el profesor que hacía las clases normalmente regresaría después de haber estado seis meses de baja.
A la mañana siguiente el ruso se fue al trabajo pero recibió un mensaje de parte del director del colegio para que acudiera a verle a su oficina después de su clase matutina. Hyoga entró con el corazón en un puño, sin embargo, recibió buenas noticias puesto que le habían extendido su contrato para como mínimo otros seis meses con la posibilidad de un empleo fijo tras un período de prueba. El chico se marchó de allí muy aliviado y por la tarde, después de almorzar, se fue de nuevo a pasar el resto del día a buscar su propio lugar donde vivir.
Fue a visitar un pequeño apartamento que estaba en el centro de la ciudad justo encima de un salón de belleza llamado "Afrodita". Aquel pisito, aunque muy chiquito, le gustó y el alquiler no era muy alto, así que decidió concertar una cita con el dueño y llegar a un acuerdo con él.
!Cual sería su sorpresa cuando el hombre que apareció por la puerta era Camus!.
-¿Hyoga, ¿qué haces aquí?
-Busco un lugar para vivir.
-¿De verdad? Entonces, ¿qué hacías en casa de Marin?
-Marin me hizo un favor enorme al acogerme en su casa, pero no puedo abusar de su hospitalidad indefinidamente. He de buscar mi propio sitio.
-Pues si lo quieres, el piso es tuyo.
-¿De verdad?
-Sí, mañana firmamos el contrato si de verdad lo quieres.
-Muchas gracias, Camus. Eres muy amable.
-(Mirándolo de reojo) Hyoga, ¿tienes algo que hacer esta noche?
-No, ¿por qué?
-¿Te gustaría cenar conmigo?
Hyoga se quedó muy sorprendido porque no se esperaba que ese hombre tan atractivo quisiera salir con él.
-No quisiera abusar de...
-No es ninguna molestia, de hecho, me harías un favor enorme. Tengo un amigo que quiere conocerte.
-¿Cómo así? -le miró perplejo- ¿un amigo tuyo dices?
-Así es, ¿te va bien a las nueve?
-Sí, ¿dónde nos vemos? -respondió el muchacho con gran curiosidad.
-Podemos vernos aquí, yo te recogeré en el coche.
-Bueno, pues hasta luego. Muchas gracias, Camus.
-De nada. Au revoir, mon cher.
Nada más llegar a su casa llamó a Milo por teléfono para darle las buenas noticias: habría audición esta noche.
Entretanto el chico ruso se dirigió a casa de Marin a toda prisa para cambiarse de ropa y asearse puesto que sólo tenía tres horas.
Marin vio que estaba muy excitado y le preguntó qué pasaba.
-He quedado con Camus para cenar.
-Mmmm, con Camus, ¿eh?
-Marin, que sólo es una cena y... creo que también he encontrado donde vivir.
-¿Dónde?
-Encima del salón de Afrodita hay un pisito que está en alquiler. Manana firmo el contrato.
-Hyoga, no hay prisa porque te vayas de aquí, ¿sabes?
-Lo sé, Marin, tú y Aioria habéis sido muy buenos conmigo pero no puedo seguir abusando de vuestra hospitalidad y además, me gustaría tener mi propia casa.
-Lo entiendo, muchacho. ¿A qué hora quedaste?
-A las nueve en el salón de Afrodita.
-Será mejor que te apresures. Si quieres te llevo en coche.
-Gracias.
-De nada y espero que disfrutes de tu cita.
Re: Las chicas se van de marcha, 1a parte (Milo x Hyoga)
Hyoga fue a ducharse y cambiarse de ropa antes de acudir a su cita con Camus. Aquella noche estaba arrebatadoramente guapo, tanto que incluso Marin le llegó a tirar los tejos.
Puesto que su salario no era muy alto, no disponía de gran cosa que ponerse, así que Aioria acudió al rescate y le dijo que podía tomar ropa prestada de su armario. Hyoga se puso unos pantalones de un verde oscuro que parecía negro y que se pegaban a su cuerpo como una segunda piel, Aioria se rio y le dijo que le quedaban mejor que a él.
Cuando llegó la hora acordada, el joven ruso fue recogido puntualmente por Camus quien se lo llevó a su casa. Este vivía en un piso muy lujoso en el centro de la ciudad y en el que les estaba esperando alguien, se trataba del amigo y socio en los negocios de Camus: Milo. Hyoga se sorprendió al ver que alguien más estaba ya allí, pero no le importó demasiado aunque habría preferido estar a solas con el bello Camus. Recordó también que éste último había mencionado algo anteriormente.
El guapisímo extraño era un hombre de la misma edad que el acuariano, por lo tanto, le debía llevar unos seis años a Hyoga. Era muy alto, fornido, de tez morena, ojos azules y larga melena azulina ondulada al que Camus presentó como a su amigo Milo.
-Mucho gusto, Milo.
-Encantado de conocerte, Hyoga -le dijo en un tono de voz que sonaba muy sensual.
Hyoga se sintió un tanto cohibido en la presencia de aquel hombre tan atractivo, que se movía y hablaba tan sensualmente y que parecía estar desnudándole con los ojos.
-Milo es un viejo amigo mío y socio en mis negocios.
-Oye, ¿a quién llamas viejo? -dijo Milo con una risotada.
Camus le soltó una mirada algo celosa y se fue a preparar unas bebidas.
-Hyoga, ¿a qué te dedicas?
-Soy profesor de educación física.
*No me extraña con ese cuerpazo que tienes*, pensaba el lujurioso Milo mientras con una mano le rozaba levemente el trasero a través de la tela del pantalón, lo que hizo que Hyoga se sonrojara un poco.
-Tienes un acento muy bonito, ¿de dónde eres?
-Soy ruso, nací en una ciudad que se llama Arcangel.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Seis meses.
-Ya veo -le dijo retirando la mano de su trasero y tomando una de las del joven cisne, para besarle levemente la yema de los dedos.
Hyoga sentía como un leve temblor recorría todo su cuerpo porque además Milo tenía su vista clavadita en él y sus ojos parecían seguir su más mínimo movimiento y leer hasta el más recondito de sus pensamientos. El muchacho más joven se sonrojó aún más mientras que Milo lo miraba con una sonrisa depredadora.
Justo entonces llegó Camus con las bebidas y lanzó una mirada a Milo como diciéndole "ni se te ocurra"
-Por cierto, Camus, ¿sabes que ya resolví aquel pequeño problema del que te hablé?
-¿Entonces...?
-Encontré a otro chico para sustituirlo.
Camus, aunque por un lado estaba un poco mosqueado porque había traido al rusito para audicionarlo, por el otro, se sintió aliviado porque aquel tímido muchacho le atraía enormemente y no quería que el día siguiente llegara sin haberlo conquistado. Desde el momento en el que se vieron por primera vez se sintio muy atraído hacia el chico y lo mejor de todo es que ese sentimiento parecía ser mutuo porque notó las tiernas miradas que el cisne le dirigía.
Tras tomar postre, Camus se fue a preparar café algo nervioso porque sabía como se las gastaba Milo pero no podía ser un mal anfitrión simplemente a causa de una intuición y menos aún sin saber con absoluta certeza si el muchacho en verdad le correspondía. Los dos se pusieron a hablar de nuevo y se pusieron de pie para ir a la otra sala y estar más cómodos.
-¿De qué trabajas, Milo?
-Oh, voy de un sitio para otro organizando espectáculos para salas de fiesta, discotecas, night-clubs, etc.
-Parece muy interesante.
-No te creas, no paro quieto en ningún sitio, pero tiene sus compensaciones -había un tono sensual en la voz del escorpión que estaba causando el efecto deseado en el joven cisne.
La mano de Milo fue de nuevo al trasero del jovencito justo en el momento en que Camus acababa de entrar en la sala, el cual vio lo que estaba ocurriendo y se fue directo al rescate del muchacho.
-Ejem, ejem.. -carraspeó un poco- el café está listo.
-!Huele delicioso, Camie!. Ahhh... oscuro, fuerte, dulce... tal como me gustan mis chicos.
-Milo, ¿quieres dejar de jugar a Don Juan Tenorio? Vas a matar a Hyoga de un susto.
-!Eso no estaría bien!, prometo que seré todo un caballero a partir de ahora.
Siguieron hablando durante un tiempo más hasta que vieron que se había hecho muy tarde, Milo tenía que marcharse pues había quedado en ver a su pareja (aunque omitió decir este detallito a los otros dos) en la habitación de su hotel, Hyoga debía trabajar a la mañana siguiente. Camus ofreció llevar a Hyoga a casa de Marin, pero Milo le interrumpió.
-!Vaya tontería, Camusito!. Yo voy en esa dirección de todas formas, así que puedo llevarlo yo.
-No es necesario, Milo.
-!Vamos, hombre!, si no es molestia.
Camus no estaba muy convencido de que fuera una buena idea pero como no se le ocurría ninguna excusa válida para no dejar marchar al chico, se despidió de él.
-À bientôt, Hyoga. Si quieres podemos quedar en vernos durante el fin de semana.
-Me gustaría muchísimo, Camus. Muchas gracias por tu hospitalidad (en voz muy baja) y por supuesto que me gustaría verte otra vez.
-A mí también. Te llamaré- sin más le dio un suave beso que apenas rozó los labios del muchacho, mientras que Milo los miraba sonriendo con un poquito de sorna.
Milo se llevó al muchacho hasta su coche, le pidió su dirección y se pusieron en marcha. Cuando llegaron, Milo aparcó y se bajó con el chico pues insistió en llevarlo hasta la puerta.
-Milo, gracias por llevarme.
-De nada.
-Bueno, será mejor que entre, je, je...
Antes de que el chico pudiera detenerlo, Milo le tomó de la cintura atrayéndolo hacia sí mismo, buscó sus labios que besó expertamente y le llevó la mano a su entrepierna, abriendo su pantalón lo suficiente para que Hyoga pudiera acariciar su erguido miembro. Al principio el chico lo hizo con un poco de reparo y se separó de él por un momento, pero la experiencia del griego se hizo notar y volvió a atraerlo hacia él para darle un dulce y largo beso mientras le acariciaba su cabello. Cuando se separaron, Hyoga tuvo un momento de duda, pero correspondió al beso del escorpión sin plantarle resistencia alguna. Tuvieron que pararse porque oyeron pasos que se acercaban a donde estaban y Milo apenas tuvo el tiempo suficiente para reajustar su pantalón y despedirse del muchacho, asegurándose antes de darle un papelito doblado en el que había escrito su número de teléfono móvil.
-Buenas noches, Hyoga, llámame si quieres. -dijo el lujurioso chico antes de montar en su coche y perderse en la noche.
El pobre Hyoga no las tenía todas consigo y muy confundido intento conciliar el sueño pero no pudo. Aquel encuentro con los dos hombres le había excitado sobremanera. Por suerte, Marin y Aioria ya se habían ido a dormir y Aioros ya se había marchado a su casa, así que el joven se dirigió a su habitación y a toda prisa se desnudó con excepción de su ropa interior.
Se metió en la cama, cubriéndose, por si acaso a alguien se le ocurriera entrar y lentamente comenzó a acariciar su fornido cuerpo. Desde el primer momento ya estaba desesperado por poner su mano en su zona más sensible, pero sabía que sería mucho más excitante retrasar ese momento tan delicioso.
Pasaron varios minutos hasta que llegó por fin adonde estaba su bóxer y empezó a acariciar su hombría a través de la tela de la prenda, pero sin quitársela. Ni que decir tiene que su deliciosa herramienta estaba ya deseando salir de allí, pero algo masoquísticamente el chico pensó que sería mejor dejarla atrapada un ratito más.
A Hyoga le gustaba Camus con locura desde el primer momento en que lo vio y aunque apenas acababan de conocerse, le habría gustado pasar la noche con él en su apartamento, pero el chico francés era demasiado educado, demasiado refinado como para sugerir tal cosa aunque sentiera lo mismo por el joven ruso.
En cambio su amigo Milo, !menudo contraste!, aquel fogoso interludio le había excitado sobremanera y ya no pudo contenerse más. Sacó una toalla pequena de un cajón de su mesita de noche pues no quería tener que dar explicaciones a Marin en caso que viera manchas en las sábanas. Poco a poco fue quitándose la última prenda hasta quedar totalmente desnudo, sin poder evitar un largo suspiro de alivio y comenzó a acariciar lentamente por unos segundos aquella verga tan erecta. Tuvo que incrementar el ritmo casi inmediatamente porque no se podía contener más, con una mano se friccionaba en un movimiento vertical y con la otra había rodeado sus testículos que le estaban ardiendo y se cosquilleaba un poquito. La doble estimulación pronto tuvo el efecto deseado y el líquido blancuzco y cálido pronto salió a borbotones de su miembro, mientras gemía silenciosamente para que no le oyeran los que estaban en la casa y se retorcía de placer en la cama imaginándose que tenía a Camus con él proporcionándole aquel intenso placer.
Sin embargo, aún estaba tenso y sentía que quería más, así que se mojó los dedos con aquel líquido y se introdujo dos en su zona más sensible. Al principio le causó un poquito de dolor, pero en cuanto se acostumbró el placer fue inusitado, tanto que introdujo uno más imaginando que era el miembro de otro hombre adentrándose en sus entrañas, sólo que esta vez el rostro que vio en su imaginación era el de Milo.
Finalmente, cuando un nuevo orgasmo le sobrevino se sintió tan cansado que el sueño lo venció y se durmió hasta bien entrada la mañana.
Entretanto en otra parte de la ciudad.
Milo ya había llegado a la habitación del hotel donde su amante lo esperaba. El encuentro con Hyoga lo había excitado sobremanera y sin preámbulos se abalanzó sobre su amante a quien no le importó su fiero comportamiento pues estaba tan excitado como Milo.
Aquella noche tuvieron la más desenfrenada acción sexual que habían tenido en su vida y cuando finalmente pararon:
-¿Qué tal fue todo? -preguntó el otro joven.
-!De maravilla!, el chico está en el bote.
-!Bien!, todo está saliendo a pedir de boca -sonrió Aioros.
Puesto que su salario no era muy alto, no disponía de gran cosa que ponerse, así que Aioria acudió al rescate y le dijo que podía tomar ropa prestada de su armario. Hyoga se puso unos pantalones de un verde oscuro que parecía negro y que se pegaban a su cuerpo como una segunda piel, Aioria se rio y le dijo que le quedaban mejor que a él.
Cuando llegó la hora acordada, el joven ruso fue recogido puntualmente por Camus quien se lo llevó a su casa. Este vivía en un piso muy lujoso en el centro de la ciudad y en el que les estaba esperando alguien, se trataba del amigo y socio en los negocios de Camus: Milo. Hyoga se sorprendió al ver que alguien más estaba ya allí, pero no le importó demasiado aunque habría preferido estar a solas con el bello Camus. Recordó también que éste último había mencionado algo anteriormente.
El guapisímo extraño era un hombre de la misma edad que el acuariano, por lo tanto, le debía llevar unos seis años a Hyoga. Era muy alto, fornido, de tez morena, ojos azules y larga melena azulina ondulada al que Camus presentó como a su amigo Milo.
-Mucho gusto, Milo.
-Encantado de conocerte, Hyoga -le dijo en un tono de voz que sonaba muy sensual.
Hyoga se sintió un tanto cohibido en la presencia de aquel hombre tan atractivo, que se movía y hablaba tan sensualmente y que parecía estar desnudándole con los ojos.
-Milo es un viejo amigo mío y socio en mis negocios.
-Oye, ¿a quién llamas viejo? -dijo Milo con una risotada.
Camus le soltó una mirada algo celosa y se fue a preparar unas bebidas.
-Hyoga, ¿a qué te dedicas?
-Soy profesor de educación física.
*No me extraña con ese cuerpazo que tienes*, pensaba el lujurioso Milo mientras con una mano le rozaba levemente el trasero a través de la tela del pantalón, lo que hizo que Hyoga se sonrojara un poco.
-Tienes un acento muy bonito, ¿de dónde eres?
-Soy ruso, nací en una ciudad que se llama Arcangel.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Seis meses.
-Ya veo -le dijo retirando la mano de su trasero y tomando una de las del joven cisne, para besarle levemente la yema de los dedos.
Hyoga sentía como un leve temblor recorría todo su cuerpo porque además Milo tenía su vista clavadita en él y sus ojos parecían seguir su más mínimo movimiento y leer hasta el más recondito de sus pensamientos. El muchacho más joven se sonrojó aún más mientras que Milo lo miraba con una sonrisa depredadora.
Justo entonces llegó Camus con las bebidas y lanzó una mirada a Milo como diciéndole "ni se te ocurra"
-Por cierto, Camus, ¿sabes que ya resolví aquel pequeño problema del que te hablé?
-¿Entonces...?
-Encontré a otro chico para sustituirlo.
Camus, aunque por un lado estaba un poco mosqueado porque había traido al rusito para audicionarlo, por el otro, se sintió aliviado porque aquel tímido muchacho le atraía enormemente y no quería que el día siguiente llegara sin haberlo conquistado. Desde el momento en el que se vieron por primera vez se sintio muy atraído hacia el chico y lo mejor de todo es que ese sentimiento parecía ser mutuo porque notó las tiernas miradas que el cisne le dirigía.
Tras tomar postre, Camus se fue a preparar café algo nervioso porque sabía como se las gastaba Milo pero no podía ser un mal anfitrión simplemente a causa de una intuición y menos aún sin saber con absoluta certeza si el muchacho en verdad le correspondía. Los dos se pusieron a hablar de nuevo y se pusieron de pie para ir a la otra sala y estar más cómodos.
-¿De qué trabajas, Milo?
-Oh, voy de un sitio para otro organizando espectáculos para salas de fiesta, discotecas, night-clubs, etc.
-Parece muy interesante.
-No te creas, no paro quieto en ningún sitio, pero tiene sus compensaciones -había un tono sensual en la voz del escorpión que estaba causando el efecto deseado en el joven cisne.
La mano de Milo fue de nuevo al trasero del jovencito justo en el momento en que Camus acababa de entrar en la sala, el cual vio lo que estaba ocurriendo y se fue directo al rescate del muchacho.
-Ejem, ejem.. -carraspeó un poco- el café está listo.
-!Huele delicioso, Camie!. Ahhh... oscuro, fuerte, dulce... tal como me gustan mis chicos.
-Milo, ¿quieres dejar de jugar a Don Juan Tenorio? Vas a matar a Hyoga de un susto.
-!Eso no estaría bien!, prometo que seré todo un caballero a partir de ahora.
Siguieron hablando durante un tiempo más hasta que vieron que se había hecho muy tarde, Milo tenía que marcharse pues había quedado en ver a su pareja (aunque omitió decir este detallito a los otros dos) en la habitación de su hotel, Hyoga debía trabajar a la mañana siguiente. Camus ofreció llevar a Hyoga a casa de Marin, pero Milo le interrumpió.
-!Vaya tontería, Camusito!. Yo voy en esa dirección de todas formas, así que puedo llevarlo yo.
-No es necesario, Milo.
-!Vamos, hombre!, si no es molestia.
Camus no estaba muy convencido de que fuera una buena idea pero como no se le ocurría ninguna excusa válida para no dejar marchar al chico, se despidió de él.
-À bientôt, Hyoga. Si quieres podemos quedar en vernos durante el fin de semana.
-Me gustaría muchísimo, Camus. Muchas gracias por tu hospitalidad (en voz muy baja) y por supuesto que me gustaría verte otra vez.
-A mí también. Te llamaré- sin más le dio un suave beso que apenas rozó los labios del muchacho, mientras que Milo los miraba sonriendo con un poquito de sorna.
Milo se llevó al muchacho hasta su coche, le pidió su dirección y se pusieron en marcha. Cuando llegaron, Milo aparcó y se bajó con el chico pues insistió en llevarlo hasta la puerta.
-Milo, gracias por llevarme.
-De nada.
-Bueno, será mejor que entre, je, je...
Antes de que el chico pudiera detenerlo, Milo le tomó de la cintura atrayéndolo hacia sí mismo, buscó sus labios que besó expertamente y le llevó la mano a su entrepierna, abriendo su pantalón lo suficiente para que Hyoga pudiera acariciar su erguido miembro. Al principio el chico lo hizo con un poco de reparo y se separó de él por un momento, pero la experiencia del griego se hizo notar y volvió a atraerlo hacia él para darle un dulce y largo beso mientras le acariciaba su cabello. Cuando se separaron, Hyoga tuvo un momento de duda, pero correspondió al beso del escorpión sin plantarle resistencia alguna. Tuvieron que pararse porque oyeron pasos que se acercaban a donde estaban y Milo apenas tuvo el tiempo suficiente para reajustar su pantalón y despedirse del muchacho, asegurándose antes de darle un papelito doblado en el que había escrito su número de teléfono móvil.
-Buenas noches, Hyoga, llámame si quieres. -dijo el lujurioso chico antes de montar en su coche y perderse en la noche.
El pobre Hyoga no las tenía todas consigo y muy confundido intento conciliar el sueño pero no pudo. Aquel encuentro con los dos hombres le había excitado sobremanera. Por suerte, Marin y Aioria ya se habían ido a dormir y Aioros ya se había marchado a su casa, así que el joven se dirigió a su habitación y a toda prisa se desnudó con excepción de su ropa interior.
Se metió en la cama, cubriéndose, por si acaso a alguien se le ocurriera entrar y lentamente comenzó a acariciar su fornido cuerpo. Desde el primer momento ya estaba desesperado por poner su mano en su zona más sensible, pero sabía que sería mucho más excitante retrasar ese momento tan delicioso.
Pasaron varios minutos hasta que llegó por fin adonde estaba su bóxer y empezó a acariciar su hombría a través de la tela de la prenda, pero sin quitársela. Ni que decir tiene que su deliciosa herramienta estaba ya deseando salir de allí, pero algo masoquísticamente el chico pensó que sería mejor dejarla atrapada un ratito más.
A Hyoga le gustaba Camus con locura desde el primer momento en que lo vio y aunque apenas acababan de conocerse, le habría gustado pasar la noche con él en su apartamento, pero el chico francés era demasiado educado, demasiado refinado como para sugerir tal cosa aunque sentiera lo mismo por el joven ruso.
En cambio su amigo Milo, !menudo contraste!, aquel fogoso interludio le había excitado sobremanera y ya no pudo contenerse más. Sacó una toalla pequena de un cajón de su mesita de noche pues no quería tener que dar explicaciones a Marin en caso que viera manchas en las sábanas. Poco a poco fue quitándose la última prenda hasta quedar totalmente desnudo, sin poder evitar un largo suspiro de alivio y comenzó a acariciar lentamente por unos segundos aquella verga tan erecta. Tuvo que incrementar el ritmo casi inmediatamente porque no se podía contener más, con una mano se friccionaba en un movimiento vertical y con la otra había rodeado sus testículos que le estaban ardiendo y se cosquilleaba un poquito. La doble estimulación pronto tuvo el efecto deseado y el líquido blancuzco y cálido pronto salió a borbotones de su miembro, mientras gemía silenciosamente para que no le oyeran los que estaban en la casa y se retorcía de placer en la cama imaginándose que tenía a Camus con él proporcionándole aquel intenso placer.
Sin embargo, aún estaba tenso y sentía que quería más, así que se mojó los dedos con aquel líquido y se introdujo dos en su zona más sensible. Al principio le causó un poquito de dolor, pero en cuanto se acostumbró el placer fue inusitado, tanto que introdujo uno más imaginando que era el miembro de otro hombre adentrándose en sus entrañas, sólo que esta vez el rostro que vio en su imaginación era el de Milo.
Finalmente, cuando un nuevo orgasmo le sobrevino se sintió tan cansado que el sueño lo venció y se durmió hasta bien entrada la mañana.
Entretanto en otra parte de la ciudad.
Milo ya había llegado a la habitación del hotel donde su amante lo esperaba. El encuentro con Hyoga lo había excitado sobremanera y sin preámbulos se abalanzó sobre su amante a quien no le importó su fiero comportamiento pues estaba tan excitado como Milo.
Aquella noche tuvieron la más desenfrenada acción sexual que habían tenido en su vida y cuando finalmente pararon:
-¿Qué tal fue todo? -preguntó el otro joven.
-!De maravilla!, el chico está en el bote.
-!Bien!, todo está saliendo a pedir de boca -sonrió Aioros.
Re: Las chicas se van de marcha, 1a parte (Milo x Hyoga)
Capítulo 6. Las chicas se van de marcha.
!Por fin!, pensó Marin, el día tan esperado ya llegó, aquella noche iría con sus amigas a Alexandros. Además, al ser viernes hoy no irían a trabajar puesto que estaban en temporada de exámenes y justo aquel día a Marin no le correspondía ninguno y Shaina había pedido el dia libre de todas formas puesto que por la mañana tenía unos compromisos familiares ineludibles.
Shaina y Marin, decidieron ir a almorzar juntas en el centro de la ciudad ya que habían pedido hora para ir al salón de Afrodita y ponerse aún más guapas para su salida nocturna.
También era el día en el que Hyoga había asegurado el contrato de alquiler de aquel pisito, así que decidió mudarse allí cuanto antes. Cuando se levantó por la mañana empaquetó su ropa y sus pertenencias, lo cual no le llevó mucho tiempo.
Hyoga dio las gracias a Marin y Aioria antes de marcharse.
-No hay de qué, muchacho. Ha sido un placer tenerte en casa y perdona el incidente con Aioros, pero mi hermano es auténticamente incorregible.
-No te preocupes, Aioria. Es agua pasada.
-¿Quieres que te ayude a cargar con tus cosas?- preguntó el joven griego- !oh!, !se me olvidaba!, si te esperas un poco Marin puede llevarte al centro, ella tiene que ir allí de todas formas.
-Os lo agradecería mucho, pero no quiero causaros ningún inconveniente.
-Ja, ja, no lo es, muchacho, no lo es.
-Cuando ya esté instalado en el piso, espero que vengáis a verme porque me gustaría devolveros vuestra hospitalidad.
-Ya te hemos dicho que ha sido un placer tenerte aquí con nosotros, Hyoga, pero si que nos gustaría mucho ver tu nuevo hogar.
-Eso espero.
Un poco más tarde Marin llevó al joven ruso al piso y ella se dirigió al lugar acordado con su amiga.
Cuando Hyoga llegó al pisito, Camus ya lo esperaba allí.
-Camus, !qué sorpresa!
-Hyoga, ¿como estás? No sabes cuánto me alegro de verte-sonrió el francés.
-Y yo a ti...
Ambos se envolvieron en un dulce abrazo y Camus posó delicadamente sus labios sobre los del joven ruso, al que tomó por sorpresa, aunque era una sorpresa que deseaba recibir desde el momento en que lo vio.
-Ven, déjame que te ayude a instalarte.
-No te preocupes, Camus, como ves no tengo gran cosa.
-Aún así, insisto. Aunque si quieres podemos ir a almorzar primero.
-Me parece una idea magnífica -dijo Hyoga, quien inmediatamente tomó la iniciativa y plantó un beso en los dulces y carnosos labios de Camus.
Aunque en aquellos momentos con este dulce contacto, nada parecía importarle más en el mundo que su adorado Camus, el muchacho no se había olvidado por completo del seductor Milo y aún tenía su número de teléfono anotado en un papelito y era reacio a deshacerse de él, aunque sabía que tendría que hacerlo si quería tener una oportunidad de mantener una relación duradera con ese hombre tan bello que tenía delante suyo.
Se dirigieron hacia el centro y almorzaron en un pequeno café donde servían muy buena comida a precios razonables. Esta vez fue Hyoga quien insistió en pagar, puesto que quería devolver el cumplido al otro chico.
Mientras tanto, las chicas se fueron al salón de belleza donde habían quedado con las otras tres, para tener una buena sesión de tratamientos de belleza. No es que les hicieran falta porque eran todas guapísimas, pero querían empezar el fin de semana con buen pie y aquella era una magnifíca excusa para pasar más tiempo juntas, ya que socialmente no se veían muy a menudo. Ni que decir tiene que disfrutaron como locas de aquella sesión, que tan sólo era el preludio de ver a aquellos muchachos tan guapos desnudándose para ellas aquella mismita noche. Mmmmmmmmmm............ la boca se les hacía agua de tan sólo pensarlo.
Camus y Hyoga llegaron al pequeño apartamento, después de que Hyoga colocara sus pertenencias en los lugares adecuados, se sorprendió de ver que no tendría que comprar nada nuevo, como vajilla, sábanas, mantas o mobiliario. El piso ya venía amueblado.
-Me tomé la libertad de poner algunas cosas para que te fuera más fácil el instalarte aquí. Sino te gustan siempre puedes cambiarlo, ¿sabes? -dijo el joven francés.
-Camus... no sé como agradécertelo, no tendrías que haberte molestado.
-No es molestia, Hyoga... quiero que tu estancia aquí sea lo más cómoda posible -le dijo mirándolo fijamente a los ojos, poco después apartó la vista de él e hizo ademán de salir de la casa para dejar que el chico ruso tuviera un poquito de intimidad mientras se instalaba.
Sin embargo, Hyoga tenía otras ideas y antes de que Camus lograra salir de la habitacion logró pararlo y atraerlo hacia él. Sus labios esta vez se unieron en un apasionado y demandante beso en el que sus lenguas exploraban y danzaban una dentro de la cavidad húmeda del otro.
-Hyoga, esto no es necesario...
-!Cállate!, sabes que lo estás deseando tanto como yo... -le dijo rozando levemente la entrepierna del francés.
Aquella tarde Camus estuvo "ejem, ejem" bastante ocupado y cuando fue a mirar la hora que era se dio cuenta que debía arreglarse para ir a Alexandros pues esta noche tenían el show de strippers. La sala estaría llena y cuando ello sucedía le gustaba estar presente para poder asegurarse de que no había ningún problema y poder coordinarse con el organizador del espectáculo. Sobretodo en una noche como ésta no se podían permitir fallos de ningún tipo.
Habría querido pasar la noche entera con el muchachito ruso pero aquello no era posible, así que se le ocurrió la idea de llevarselo con él. A Hyoga le hacía muchísima ilusión, sin embargo, no tenía nada ni remotamente adecuado que ponerse pero Camus le dijo que no se preocupara que podría escoger lo que quisiera cuando estuvieran en su apartamento.
Justo cuando entraban por la puerta, el teléfono sonó pero el dueño de la casa no llegó a tiempo. No obstante, casi inmediatamente sonó su móvil, se trataba de Milo que quería verle antes de que abrieran las puertas del club.
-¿Podrías estar aquí una hora antes como mínimo?
-!Claro!, no hay problema. Primero tengo que cambiarme de ropa y me iré para allá directamente. Así que nos veremos de aquí a 45 minutos apróximadamente.
-Vale, te espero.
-Hasta luego.
Hyoga le preguntó de qué se trataba.
-No es nada, precioso, pero tenemos que salir de aquí cuanto antes.
-!Qué lástima!
-No te preocupes, podemos volver esta noche... -le dijo sensualmente el francés.
-Suena muy prometedor.
-Lo es -dándole un dulce beso- pero será mejor que nos demos prisa o tendré problemas luego.
Capítulo 7. En el club.
Las puertas del club ya se habían abierto. Marin y las demás chicas ya habían entrado y se dirigieron a la barra a pedir bebidas antes de que se llenara demasiado el local que aquella noche estaría abarrotado.
Se respiraba una atmósfera de expectación porque aunque sabían que aquella noche habría strippers también se les acababa de anunciar que habría una actuación sorpresa y que habría un evento de recaudación de fondos para el departamento pediátrico del hospital local y que donaran generosamente.
Las mujeres que allí había se establecieron en grupitos que charlaban animadamente. Las había de todas las edades, desde jovencitas de 18 hasta maduritas de 60 años, pero todas tenían algo en común: venían a ver a unos chicos guapos que se desnudarían sensualmente para ellas y !por supuesto! tenían el propósito principal de disfrutar al máximo de aquella noche.
Ellas no eran las únicas entre quienes existía este ambiente, Camus por supuesto, estaba algo nervioso pero la presencia de su muchachito ruso servía para tranquilizarle, aunque dentro de poco no podría estar mucho por él puesto que tenía que asegurarse de que todo funcionara bien, hasta en el más mínimo detalle. La reputación de su negocio dependía de ello.
Milo en cambio estaba en su elemento y por ahora, estaba en la oficina con Camus discutiendo algunos detalles. El francés estaba tan concentrado en su trabajo que no se daba cuenta de como Milo miraba a Hyoga: como si se lo estuviera comiendo con los ojos.
Aunque Milo no le era indiferente pues se sentía atraído hacia ese hombre tan carismático, se sentía algo inquieto y tenía miedo de hacer algo que delatara sus sentimientos a cualquiera de los otros dos hombres que allí se encontraban, sobretodo tenía miedo de herir a Camus pues se había enamorado de él.
Cuando llegó la hora de empezar el espectáculo, Milo salió a escena y empezó a "calentar" el ambiente pidiendo una voluntaria que le asistiera con unos trucos de magia. Varias manos se alzaron y el chico escogió a una de las mujeres maduritas que se hallaban en primera fila. La manera en la que Milo hablaba hacia que quienes le escuchaban se quedaran colgados y colgadas pendientes de cada palabra suya, porque este hombre seducía tanto por la forma de mirar como de hablar y moverse; a cada mujer u hombre con quien hablaba le daba la impresión de que no había nadie más en el mundo en aquellos momentos. Tras unos minutos de estos juegos presentó al primer stripper, un muchacho alto y moreno de cabellos larguísimos que iba vestido de bombero y al que Milo presentó como "Rebel".
Nada más salir el muchacho, junto con la música, se oían los gritos y suspiros de las mujeres que lo veían contonearse al ritmo de la canción que se oía: "I touch myself" de Divinyls. Sus movimientos eran sensuales y mantenía contacto directo con los ojos a toda aquella que lo mirara, Milo sabía elegir bien a sus muchachos y por eso Camus lo había contratado para llevar a cabo el show.
A medida que se iba despojando de sus prendas, dejaba ver su perfecto cuerpo en cuya espalda se podía apreciar el tatuaje de un dragón gigante.
A mitad de la danza cogió una botella de aceite para bebés con la que comenzó a lubricar su cuerpo, haciendo que el aceite cubriera su pecho y sus abdominales para hacer que su cuerpo brillara y fuera más suave al tacto.
Con la botella en la mano se dirigía al grupo de mujeres y a unas cuantas les ponía algo del viscoso líquido en las manos para que le ayudaran a embadurnárselo por todo el cuerpo, las otras se contentaban con palpar aquellos músculos tan fuertes y bien proporcionados.
Cuando llegó la hora de remover la última prenda se cubrió con una toalla con la que antes había estado "jugando" para excitar a su audiencia y para tantalizarlas aún más dejó sus genitales cubiertos mientras lo hacía y se fue del escenario en medio de un ensordecedor jaleo de aplausos y gritos de "más, más, más...". Marin y las otras estaban disfrutando de la actuación y del ambiente en general, aunque gritaban y aplaudían, eran de las que mejor se comportaban. En otras partes del club había varias chicas que no cesaban de pedir bebidas alcohólicas que les eran servidas por guapos camareros en top-less. Los muchachos llevaban pantalones negros, pajarita y puños de camisa y al igual que los strippers, eran bien fornidos aunque estos chicos simplemente servían mesas.
Camus, Milo y los demás al cargo del show debían andarse con pies de plomo, pues este tipo de comportamiento podría crear un problema muy serio debido a que muchas de estas féminas que se habían tomado unas cuantas copas de más se estaban volviendo más atrevidas. Camus se dio cuenta de ello y esperaba que no hubiera que organizar una mala escena y tener que echar a alguien, así que por si acaso, se aseguró de que los guardias de seguridad (entre los cuales había dos mujeres) se pasearan discretamente entre la audiencia.
Una vez terminada la actuación del chico, Milo volvió a salir a escena para presentar a los siguientes artistas. Se trataba de dos hermanos gemelos de largos cabellos azules a los que presentó como "Estámina y Adrenalina"
Si el primer chico había calentado el ambiente en la sala, estos dos lo hicieron aún más, porque además de los sugerentes contoneos y mutuos toqueteos entre ambos chicos y los chicos y su audiencia añadían un factor de incesto que resultaba excitante para su público puesto que ambos eran gemelos idénticos. Era como si ambos miraran su propia imagen reflejada.
Mientras los chicos actuaban, Shiryu, el que salió primero, había estado siendo atendido por Aioros. Shiryu era el muchacho que se había accidentado antes del espectáculo pero por suerte no había sido una lesión grave aunque su tobillo aún estaba muy hinchado. Durante el descanso lo reposó en un banco mientras que Aioros le masajeaba la pierna y le daba unos calmantes. Aioros era enfermero muy bueno en su trabajo y muy popular con pacientes de ambos sexos. Sin embargo, a pesar de ser un seductor confirmado, mientras que trabajaba mantenía en todo momento un aire de profesionalidad y jamás de los jamases se le ocurriría propasarse con uno de sus pacientes, Shiryu no era una excepción a pesar de que era guapísimo y estaba prácticamente desnudo delante de él.
Milo preguntó al chico si podría hacer el próximo número, el moreno asintió y Aioros dijo que lo podría hacer siempre y cuando descansara durante los intervalos. Sin embargo, sus motivos para ir y venir de la oficina no eran enteramente altruistas o profesionales, el peliazul además seguía tratando de pillar al cisne ruso a solas, aunque éste intentaba no hacer contacto con él, pues le daba miedo pensar en el posible resultado de tal encuentro y porque sabía que Milo no desaprovecharía cualquier oportunidad que se le presentara.
!Por fin!, pensó Marin, el día tan esperado ya llegó, aquella noche iría con sus amigas a Alexandros. Además, al ser viernes hoy no irían a trabajar puesto que estaban en temporada de exámenes y justo aquel día a Marin no le correspondía ninguno y Shaina había pedido el dia libre de todas formas puesto que por la mañana tenía unos compromisos familiares ineludibles.
Shaina y Marin, decidieron ir a almorzar juntas en el centro de la ciudad ya que habían pedido hora para ir al salón de Afrodita y ponerse aún más guapas para su salida nocturna.
También era el día en el que Hyoga había asegurado el contrato de alquiler de aquel pisito, así que decidió mudarse allí cuanto antes. Cuando se levantó por la mañana empaquetó su ropa y sus pertenencias, lo cual no le llevó mucho tiempo.
Hyoga dio las gracias a Marin y Aioria antes de marcharse.
-No hay de qué, muchacho. Ha sido un placer tenerte en casa y perdona el incidente con Aioros, pero mi hermano es auténticamente incorregible.
-No te preocupes, Aioria. Es agua pasada.
-¿Quieres que te ayude a cargar con tus cosas?- preguntó el joven griego- !oh!, !se me olvidaba!, si te esperas un poco Marin puede llevarte al centro, ella tiene que ir allí de todas formas.
-Os lo agradecería mucho, pero no quiero causaros ningún inconveniente.
-Ja, ja, no lo es, muchacho, no lo es.
-Cuando ya esté instalado en el piso, espero que vengáis a verme porque me gustaría devolveros vuestra hospitalidad.
-Ya te hemos dicho que ha sido un placer tenerte aquí con nosotros, Hyoga, pero si que nos gustaría mucho ver tu nuevo hogar.
-Eso espero.
Un poco más tarde Marin llevó al joven ruso al piso y ella se dirigió al lugar acordado con su amiga.
Cuando Hyoga llegó al pisito, Camus ya lo esperaba allí.
-Camus, !qué sorpresa!
-Hyoga, ¿como estás? No sabes cuánto me alegro de verte-sonrió el francés.
-Y yo a ti...
Ambos se envolvieron en un dulce abrazo y Camus posó delicadamente sus labios sobre los del joven ruso, al que tomó por sorpresa, aunque era una sorpresa que deseaba recibir desde el momento en que lo vio.
-Ven, déjame que te ayude a instalarte.
-No te preocupes, Camus, como ves no tengo gran cosa.
-Aún así, insisto. Aunque si quieres podemos ir a almorzar primero.
-Me parece una idea magnífica -dijo Hyoga, quien inmediatamente tomó la iniciativa y plantó un beso en los dulces y carnosos labios de Camus.
Aunque en aquellos momentos con este dulce contacto, nada parecía importarle más en el mundo que su adorado Camus, el muchacho no se había olvidado por completo del seductor Milo y aún tenía su número de teléfono anotado en un papelito y era reacio a deshacerse de él, aunque sabía que tendría que hacerlo si quería tener una oportunidad de mantener una relación duradera con ese hombre tan bello que tenía delante suyo.
Se dirigieron hacia el centro y almorzaron en un pequeno café donde servían muy buena comida a precios razonables. Esta vez fue Hyoga quien insistió en pagar, puesto que quería devolver el cumplido al otro chico.
Mientras tanto, las chicas se fueron al salón de belleza donde habían quedado con las otras tres, para tener una buena sesión de tratamientos de belleza. No es que les hicieran falta porque eran todas guapísimas, pero querían empezar el fin de semana con buen pie y aquella era una magnifíca excusa para pasar más tiempo juntas, ya que socialmente no se veían muy a menudo. Ni que decir tiene que disfrutaron como locas de aquella sesión, que tan sólo era el preludio de ver a aquellos muchachos tan guapos desnudándose para ellas aquella mismita noche. Mmmmmmmmmm............ la boca se les hacía agua de tan sólo pensarlo.
Camus y Hyoga llegaron al pequeño apartamento, después de que Hyoga colocara sus pertenencias en los lugares adecuados, se sorprendió de ver que no tendría que comprar nada nuevo, como vajilla, sábanas, mantas o mobiliario. El piso ya venía amueblado.
-Me tomé la libertad de poner algunas cosas para que te fuera más fácil el instalarte aquí. Sino te gustan siempre puedes cambiarlo, ¿sabes? -dijo el joven francés.
-Camus... no sé como agradécertelo, no tendrías que haberte molestado.
-No es molestia, Hyoga... quiero que tu estancia aquí sea lo más cómoda posible -le dijo mirándolo fijamente a los ojos, poco después apartó la vista de él e hizo ademán de salir de la casa para dejar que el chico ruso tuviera un poquito de intimidad mientras se instalaba.
Sin embargo, Hyoga tenía otras ideas y antes de que Camus lograra salir de la habitacion logró pararlo y atraerlo hacia él. Sus labios esta vez se unieron en un apasionado y demandante beso en el que sus lenguas exploraban y danzaban una dentro de la cavidad húmeda del otro.
-Hyoga, esto no es necesario...
-!Cállate!, sabes que lo estás deseando tanto como yo... -le dijo rozando levemente la entrepierna del francés.
Aquella tarde Camus estuvo "ejem, ejem" bastante ocupado y cuando fue a mirar la hora que era se dio cuenta que debía arreglarse para ir a Alexandros pues esta noche tenían el show de strippers. La sala estaría llena y cuando ello sucedía le gustaba estar presente para poder asegurarse de que no había ningún problema y poder coordinarse con el organizador del espectáculo. Sobretodo en una noche como ésta no se podían permitir fallos de ningún tipo.
Habría querido pasar la noche entera con el muchachito ruso pero aquello no era posible, así que se le ocurrió la idea de llevarselo con él. A Hyoga le hacía muchísima ilusión, sin embargo, no tenía nada ni remotamente adecuado que ponerse pero Camus le dijo que no se preocupara que podría escoger lo que quisiera cuando estuvieran en su apartamento.
Justo cuando entraban por la puerta, el teléfono sonó pero el dueño de la casa no llegó a tiempo. No obstante, casi inmediatamente sonó su móvil, se trataba de Milo que quería verle antes de que abrieran las puertas del club.
-¿Podrías estar aquí una hora antes como mínimo?
-!Claro!, no hay problema. Primero tengo que cambiarme de ropa y me iré para allá directamente. Así que nos veremos de aquí a 45 minutos apróximadamente.
-Vale, te espero.
-Hasta luego.
Hyoga le preguntó de qué se trataba.
-No es nada, precioso, pero tenemos que salir de aquí cuanto antes.
-!Qué lástima!
-No te preocupes, podemos volver esta noche... -le dijo sensualmente el francés.
-Suena muy prometedor.
-Lo es -dándole un dulce beso- pero será mejor que nos demos prisa o tendré problemas luego.
Capítulo 7. En el club.
Las puertas del club ya se habían abierto. Marin y las demás chicas ya habían entrado y se dirigieron a la barra a pedir bebidas antes de que se llenara demasiado el local que aquella noche estaría abarrotado.
Se respiraba una atmósfera de expectación porque aunque sabían que aquella noche habría strippers también se les acababa de anunciar que habría una actuación sorpresa y que habría un evento de recaudación de fondos para el departamento pediátrico del hospital local y que donaran generosamente.
Las mujeres que allí había se establecieron en grupitos que charlaban animadamente. Las había de todas las edades, desde jovencitas de 18 hasta maduritas de 60 años, pero todas tenían algo en común: venían a ver a unos chicos guapos que se desnudarían sensualmente para ellas y !por supuesto! tenían el propósito principal de disfrutar al máximo de aquella noche.
Ellas no eran las únicas entre quienes existía este ambiente, Camus por supuesto, estaba algo nervioso pero la presencia de su muchachito ruso servía para tranquilizarle, aunque dentro de poco no podría estar mucho por él puesto que tenía que asegurarse de que todo funcionara bien, hasta en el más mínimo detalle. La reputación de su negocio dependía de ello.
Milo en cambio estaba en su elemento y por ahora, estaba en la oficina con Camus discutiendo algunos detalles. El francés estaba tan concentrado en su trabajo que no se daba cuenta de como Milo miraba a Hyoga: como si se lo estuviera comiendo con los ojos.
Aunque Milo no le era indiferente pues se sentía atraído hacia ese hombre tan carismático, se sentía algo inquieto y tenía miedo de hacer algo que delatara sus sentimientos a cualquiera de los otros dos hombres que allí se encontraban, sobretodo tenía miedo de herir a Camus pues se había enamorado de él.
Cuando llegó la hora de empezar el espectáculo, Milo salió a escena y empezó a "calentar" el ambiente pidiendo una voluntaria que le asistiera con unos trucos de magia. Varias manos se alzaron y el chico escogió a una de las mujeres maduritas que se hallaban en primera fila. La manera en la que Milo hablaba hacia que quienes le escuchaban se quedaran colgados y colgadas pendientes de cada palabra suya, porque este hombre seducía tanto por la forma de mirar como de hablar y moverse; a cada mujer u hombre con quien hablaba le daba la impresión de que no había nadie más en el mundo en aquellos momentos. Tras unos minutos de estos juegos presentó al primer stripper, un muchacho alto y moreno de cabellos larguísimos que iba vestido de bombero y al que Milo presentó como "Rebel".
Nada más salir el muchacho, junto con la música, se oían los gritos y suspiros de las mujeres que lo veían contonearse al ritmo de la canción que se oía: "I touch myself" de Divinyls. Sus movimientos eran sensuales y mantenía contacto directo con los ojos a toda aquella que lo mirara, Milo sabía elegir bien a sus muchachos y por eso Camus lo había contratado para llevar a cabo el show.
A medida que se iba despojando de sus prendas, dejaba ver su perfecto cuerpo en cuya espalda se podía apreciar el tatuaje de un dragón gigante.
A mitad de la danza cogió una botella de aceite para bebés con la que comenzó a lubricar su cuerpo, haciendo que el aceite cubriera su pecho y sus abdominales para hacer que su cuerpo brillara y fuera más suave al tacto.
Con la botella en la mano se dirigía al grupo de mujeres y a unas cuantas les ponía algo del viscoso líquido en las manos para que le ayudaran a embadurnárselo por todo el cuerpo, las otras se contentaban con palpar aquellos músculos tan fuertes y bien proporcionados.
Cuando llegó la hora de remover la última prenda se cubrió con una toalla con la que antes había estado "jugando" para excitar a su audiencia y para tantalizarlas aún más dejó sus genitales cubiertos mientras lo hacía y se fue del escenario en medio de un ensordecedor jaleo de aplausos y gritos de "más, más, más...". Marin y las otras estaban disfrutando de la actuación y del ambiente en general, aunque gritaban y aplaudían, eran de las que mejor se comportaban. En otras partes del club había varias chicas que no cesaban de pedir bebidas alcohólicas que les eran servidas por guapos camareros en top-less. Los muchachos llevaban pantalones negros, pajarita y puños de camisa y al igual que los strippers, eran bien fornidos aunque estos chicos simplemente servían mesas.
Camus, Milo y los demás al cargo del show debían andarse con pies de plomo, pues este tipo de comportamiento podría crear un problema muy serio debido a que muchas de estas féminas que se habían tomado unas cuantas copas de más se estaban volviendo más atrevidas. Camus se dio cuenta de ello y esperaba que no hubiera que organizar una mala escena y tener que echar a alguien, así que por si acaso, se aseguró de que los guardias de seguridad (entre los cuales había dos mujeres) se pasearan discretamente entre la audiencia.
Una vez terminada la actuación del chico, Milo volvió a salir a escena para presentar a los siguientes artistas. Se trataba de dos hermanos gemelos de largos cabellos azules a los que presentó como "Estámina y Adrenalina"
Si el primer chico había calentado el ambiente en la sala, estos dos lo hicieron aún más, porque además de los sugerentes contoneos y mutuos toqueteos entre ambos chicos y los chicos y su audiencia añadían un factor de incesto que resultaba excitante para su público puesto que ambos eran gemelos idénticos. Era como si ambos miraran su propia imagen reflejada.
Mientras los chicos actuaban, Shiryu, el que salió primero, había estado siendo atendido por Aioros. Shiryu era el muchacho que se había accidentado antes del espectáculo pero por suerte no había sido una lesión grave aunque su tobillo aún estaba muy hinchado. Durante el descanso lo reposó en un banco mientras que Aioros le masajeaba la pierna y le daba unos calmantes. Aioros era enfermero muy bueno en su trabajo y muy popular con pacientes de ambos sexos. Sin embargo, a pesar de ser un seductor confirmado, mientras que trabajaba mantenía en todo momento un aire de profesionalidad y jamás de los jamases se le ocurriría propasarse con uno de sus pacientes, Shiryu no era una excepción a pesar de que era guapísimo y estaba prácticamente desnudo delante de él.
Milo preguntó al chico si podría hacer el próximo número, el moreno asintió y Aioros dijo que lo podría hacer siempre y cuando descansara durante los intervalos. Sin embargo, sus motivos para ir y venir de la oficina no eran enteramente altruistas o profesionales, el peliazul además seguía tratando de pillar al cisne ruso a solas, aunque éste intentaba no hacer contacto con él, pues le daba miedo pensar en el posible resultado de tal encuentro y porque sabía que Milo no desaprovecharía cualquier oportunidad que se le presentara.
Re: Las chicas se van de marcha, 1a parte (Milo x Hyoga)
Una vez que los hermanos terminaron su actuación, Shiryu y los gemelos volvieron a salir a escena sólo que esta vez llevaban unos pantalones cortos puestos para que las chicas se hicieran fotos con ellos.
Algunas lo hacían individualmente, otras en grupo, lo que causó unas colas grandes pues todas querían ver y tocar más de cerca a los chicos y de paso llevarse un recuerdo grato de aquella noche. Todas lo pasaron en grande, Marin y su grupito se acercaron de las últimas para pasar a la posteridad con los chicos. Las otras chicas se burlaban de Marin porque decían que Aioria se pondría celosísimo cuando las viera a lo que ella les respondía:
-!Mejor!, así el leoncito cuidará más de su imagen, ja,ja...
June también recibió algunas bromas pues en su caso, su marido es un hombre bastante celoso, pero aquella noche no le importó un pepino y dijo que así mantendría a Albiore a raya si se le ocurría mirar a otra mujer que no fuera ella.
Milo volvió a salir al escenario para anunciar que iba a llevarse a cabo un evento para recaudar fondos para el hospital: una subasta. Cinco de los porteros del club serían subastados y "vendidos" a la mejor postora para hacerles de "esclavos" por una tarde, lugar y hora a concertar entre los interesados. Lo de ser "esclavos" simplemente se trataba de que los chicos debían hacer algun trabajito para quien los hubiera "comprado" durante toda una tarde, como por ejemplo, limpiar la casa sin llevar camisa encima, hacerles la plancha, pintar la casa, alguna reparación, etc.
Camus fue a reunir a los chicos elegidos para tal subasta: Aldebarán, un joven brasileño muy alto y corpulento, Ikki, un chico japonés bastante ágil y atractivo, de cabellos cortos y algo encrespados; Argol, otro joven atractivo de mirada fría y penetrante; Sorrento, un chico muy guapo de gran talento musical y Hagen, un noruego de bellos ojos azules y cabello largo y rubio.
El subastador, Milo, les hacía buena publicidad e incitaba a las mujeres allí presentes a que partieran con su dinero. Camus y él habían elegido bien a los muchachos porque los había para todos los gustos.
El que más recaudó fue Hagen puesto que tanto el color de sus ojos como de su cabello eran inusuales y además se lanzó a hacer un pequeño strip-tease que volvió loco a aquel público femenino, lo malo es que el pobre pasó la mayor parte de la noche intentando recuperar su ropa perdida porque varias personas le habían quitado sus prendas y no querían devolvérselas.
Como se suponía que tenía que trabajar Camus le echó bronca y le dijo que hiciera el favor de vestirse y volver a su puesto.
-Pero, Camus, mis pantalones...
-!Cállate y vuelve a trabajar!.
-Pero...
-Pero nada, !hazlo o te pongo de patitas en la calle! -dijo Camus en un tono enfadado muy convincente.
En realidad no lo estaba porque sabía que sus compañeros de trabajo habían escondido los pantalones del chico donde no podría encontrarlos fácilmente. Finalmente, dejaron de tomarle el pelo y el joven rubio volvió a su puesto. Sus compañeros entretanto se cachondeaban de él aunque también le echaron algunos piropos.
Todos los chicos fueron "vendidos" y se recaudó una suma considerable para el hospital. Camus debía reconocer que aquello había sido una excelente idea pues aunque aquellos fondos no irían a parar a las arcas del club sí que representarían una buena publicidad gratuita para éste. Milo tenía unas ideas fantásticas y por eso le gustaba tenerlo de asociado a pesar de que veía que tendría que vigilarlo puesto que sabía lo donjuanesco que llegaba a ser tanto con el público femenino como con los strippers y no quería que ocurriera ningún incidente que manchara la reputación de su local. También estaba algo preocupado al tener que dejar a Hyoga solo con él, aunque razonó que Hyoga ya era lo suficientemente mayorcito como para arreglárselas si surgiera algún problema.
Camus, por si todo lo anterior fuera poco, además tenía su mente ocupada con la inminente reunión de companeros de colegio de mañana con su buen amigo Aioria, el cual le había prometido una agradable sorpresa. Aunque también aquella noche se llevó otra sorpresa bastante agradable al ver a Marin, la esposa de su amigo el león, con su grupo de amigas en el club.
Llamó a Hyoga y se acercaron a saludar a las chicas.
-Marin, !qué sorpresa verte por aquí!.
-!Camus!, ¿qué haces en el club? Se supone que el show es sólo para mujeres -pausó un momento tras darle dos besos al apercibirse de otra cara familiar presente- !Hyoga!, ¿tú también aquí?.
El joven ruso la saludó y se quedó callado mientras que ella hablaba con Camus.
-No te preocupes, Marin, estoy aquí porque soy el dueño del local, ja, ja..... Hyoga ha venido como mi invitado.
-!Caramba!, no lo sabía.
-Ya ves. ¿Tú y tus encantadoras amigas estáis disfrutando del espectáculo?
-!Claro que sí, hombre!. ¿Vas a organizar algo así otra vez?
-Veo que voy a tener que hacerlo ya que parece una idea muy popular a juzgar por las caras sonrientes que hay y el número de chicas que os habéis presentado.
-Perdona mis modales, chico. Hablando de presentaciones, éstas son mis amigas, Shaina, June, Fler y Saori.
-Mesdames, enchanté.
-Chicas, estos son Camus y Hyoga, aunque tú, rusito, ya conoces a Shaina- Hyoga y la peliverde se rieron.
-!!Hola, Camus!!, !!Hola, Hyoga!! -dijeron todas al unísono.
-Bueno, chicas, encantado de conoceros pero debo marcharme. Espero que disfrutéis del resto del show.
-!!Gracias!! -dijo un coro de cinco voces.
-De nada -replicó el francés con una sonrisa.
Cuando se alejaron las chicas se volvieron a Marin.
-!Qué pillina eres!, no nos habías dicho que tenías unos amigos tan guapos -dijo Saori.
-Lo siento, chicas, pero mucho me temo que si queréis ligároslos perdéis el tiempo.
-¿Ah, sí? ¿No te basta Aioria? -le soltó Saori con un retintín algo pícaro en su voz.
-!No, tonta!, esos dos son pareja.
-!No jodas! ¿Por qué todos los tíos que estan buenos tienen que ser gays? !No es justo! -dijo algo decepcionada, porque le había gustado Camus y Fler no podía quitar los ojos de encima del bello rubio ruso.
-Y si no me equivoco Milo también lo es o por lo menos, bisexual- recalcó Shaina, que había estado muy calladita hasta entonces.
La italiana había visto a Milo acercarse peligrosamente a Hyoga en una ocasión en la que tuvo que ir a "empolvarse la nariz" y fue testigo casual de cómo intentaba tocar al muchacho. Además de que el guapo Milo también había estado descaradamente practicando sus dotes de Don Juan con algunas damas de la audiencia. No quiso añadir nada más a su comentario para no meter al chico ruso en ningun lío y menos ahora que Marin había mencionado que estaba saliendo con el guapo francés. De todas formas, eso no era asunto de su incumbencia.
Camus y Hyoga se alejaron y se fueron a la oficina. Milo salía justo cuando ellos entraban y como quien no quiere la cosa acarició el trasero del chico ruso mientras pasaban. Hyoga prefirió no decir nada a Camus porque no quiso montar una escena desagradable delante de él, pero le dijo que le disculpara que tenía que ir al servicio durante unos momentos. Camus siguió hasta la oficina y Hyoga se fue detrás de Milo, al que agarró de un brazo y lo llevó a un lugar algo discreto procurando no hablar en voz muy alta para que nadie les oyera.
-¿Se puede saber qué te propones?
-Tú ya lo sabes, precioso.
-Mira, Milo, por favor, ahora Camus es mi pareja y lo quiero mucho. !Déjame estar!.
-Eso ya lo sé, pero también he notado cómo me miras y sé que mi deseo es reciprocado por ti.
-Milo, yo... -el otro le interrumpió con un beso y acarició levemente la entrepierna del chico ruso a traves del pantalón cuyo miembro se estaba comenzando a endurecer.
-Shhh, !calla, pequeño!. Llámame después del show, si quieres puedo organizar uno para ti en privado. Por si acaso lo perdiste aquí tienes de nuevo mi número.
-Pero Camus...
-Camus no tiene que saber nada. De todas formas, ahora tengo que volver a escena. (Susurro muy sensual) Hablemos más tarde.
Dicho esto se alejó, convencido de que la "victoria" era suya.
¿Se verán después del espectáculo a solas? ¿Se enterará Camus de lo que ocurre? ¿Habrá destrozos en el local?
No se pierdan la excitante continuación a esta historia, pero esto es algo que dejaré para otra ocasión o para su imaginación, mi querido lector.
Buenas noches.
FIN??
Algunas lo hacían individualmente, otras en grupo, lo que causó unas colas grandes pues todas querían ver y tocar más de cerca a los chicos y de paso llevarse un recuerdo grato de aquella noche. Todas lo pasaron en grande, Marin y su grupito se acercaron de las últimas para pasar a la posteridad con los chicos. Las otras chicas se burlaban de Marin porque decían que Aioria se pondría celosísimo cuando las viera a lo que ella les respondía:
-!Mejor!, así el leoncito cuidará más de su imagen, ja,ja...
June también recibió algunas bromas pues en su caso, su marido es un hombre bastante celoso, pero aquella noche no le importó un pepino y dijo que así mantendría a Albiore a raya si se le ocurría mirar a otra mujer que no fuera ella.
Milo volvió a salir al escenario para anunciar que iba a llevarse a cabo un evento para recaudar fondos para el hospital: una subasta. Cinco de los porteros del club serían subastados y "vendidos" a la mejor postora para hacerles de "esclavos" por una tarde, lugar y hora a concertar entre los interesados. Lo de ser "esclavos" simplemente se trataba de que los chicos debían hacer algun trabajito para quien los hubiera "comprado" durante toda una tarde, como por ejemplo, limpiar la casa sin llevar camisa encima, hacerles la plancha, pintar la casa, alguna reparación, etc.
Camus fue a reunir a los chicos elegidos para tal subasta: Aldebarán, un joven brasileño muy alto y corpulento, Ikki, un chico japonés bastante ágil y atractivo, de cabellos cortos y algo encrespados; Argol, otro joven atractivo de mirada fría y penetrante; Sorrento, un chico muy guapo de gran talento musical y Hagen, un noruego de bellos ojos azules y cabello largo y rubio.
El subastador, Milo, les hacía buena publicidad e incitaba a las mujeres allí presentes a que partieran con su dinero. Camus y él habían elegido bien a los muchachos porque los había para todos los gustos.
El que más recaudó fue Hagen puesto que tanto el color de sus ojos como de su cabello eran inusuales y además se lanzó a hacer un pequeño strip-tease que volvió loco a aquel público femenino, lo malo es que el pobre pasó la mayor parte de la noche intentando recuperar su ropa perdida porque varias personas le habían quitado sus prendas y no querían devolvérselas.
Como se suponía que tenía que trabajar Camus le echó bronca y le dijo que hiciera el favor de vestirse y volver a su puesto.
-Pero, Camus, mis pantalones...
-!Cállate y vuelve a trabajar!.
-Pero...
-Pero nada, !hazlo o te pongo de patitas en la calle! -dijo Camus en un tono enfadado muy convincente.
En realidad no lo estaba porque sabía que sus compañeros de trabajo habían escondido los pantalones del chico donde no podría encontrarlos fácilmente. Finalmente, dejaron de tomarle el pelo y el joven rubio volvió a su puesto. Sus compañeros entretanto se cachondeaban de él aunque también le echaron algunos piropos.
Todos los chicos fueron "vendidos" y se recaudó una suma considerable para el hospital. Camus debía reconocer que aquello había sido una excelente idea pues aunque aquellos fondos no irían a parar a las arcas del club sí que representarían una buena publicidad gratuita para éste. Milo tenía unas ideas fantásticas y por eso le gustaba tenerlo de asociado a pesar de que veía que tendría que vigilarlo puesto que sabía lo donjuanesco que llegaba a ser tanto con el público femenino como con los strippers y no quería que ocurriera ningún incidente que manchara la reputación de su local. También estaba algo preocupado al tener que dejar a Hyoga solo con él, aunque razonó que Hyoga ya era lo suficientemente mayorcito como para arreglárselas si surgiera algún problema.
Camus, por si todo lo anterior fuera poco, además tenía su mente ocupada con la inminente reunión de companeros de colegio de mañana con su buen amigo Aioria, el cual le había prometido una agradable sorpresa. Aunque también aquella noche se llevó otra sorpresa bastante agradable al ver a Marin, la esposa de su amigo el león, con su grupo de amigas en el club.
Llamó a Hyoga y se acercaron a saludar a las chicas.
-Marin, !qué sorpresa verte por aquí!.
-!Camus!, ¿qué haces en el club? Se supone que el show es sólo para mujeres -pausó un momento tras darle dos besos al apercibirse de otra cara familiar presente- !Hyoga!, ¿tú también aquí?.
El joven ruso la saludó y se quedó callado mientras que ella hablaba con Camus.
-No te preocupes, Marin, estoy aquí porque soy el dueño del local, ja, ja..... Hyoga ha venido como mi invitado.
-!Caramba!, no lo sabía.
-Ya ves. ¿Tú y tus encantadoras amigas estáis disfrutando del espectáculo?
-!Claro que sí, hombre!. ¿Vas a organizar algo así otra vez?
-Veo que voy a tener que hacerlo ya que parece una idea muy popular a juzgar por las caras sonrientes que hay y el número de chicas que os habéis presentado.
-Perdona mis modales, chico. Hablando de presentaciones, éstas son mis amigas, Shaina, June, Fler y Saori.
-Mesdames, enchanté.
-Chicas, estos son Camus y Hyoga, aunque tú, rusito, ya conoces a Shaina- Hyoga y la peliverde se rieron.
-!!Hola, Camus!!, !!Hola, Hyoga!! -dijeron todas al unísono.
-Bueno, chicas, encantado de conoceros pero debo marcharme. Espero que disfrutéis del resto del show.
-!!Gracias!! -dijo un coro de cinco voces.
-De nada -replicó el francés con una sonrisa.
Cuando se alejaron las chicas se volvieron a Marin.
-!Qué pillina eres!, no nos habías dicho que tenías unos amigos tan guapos -dijo Saori.
-Lo siento, chicas, pero mucho me temo que si queréis ligároslos perdéis el tiempo.
-¿Ah, sí? ¿No te basta Aioria? -le soltó Saori con un retintín algo pícaro en su voz.
-!No, tonta!, esos dos son pareja.
-!No jodas! ¿Por qué todos los tíos que estan buenos tienen que ser gays? !No es justo! -dijo algo decepcionada, porque le había gustado Camus y Fler no podía quitar los ojos de encima del bello rubio ruso.
-Y si no me equivoco Milo también lo es o por lo menos, bisexual- recalcó Shaina, que había estado muy calladita hasta entonces.
La italiana había visto a Milo acercarse peligrosamente a Hyoga en una ocasión en la que tuvo que ir a "empolvarse la nariz" y fue testigo casual de cómo intentaba tocar al muchacho. Además de que el guapo Milo también había estado descaradamente practicando sus dotes de Don Juan con algunas damas de la audiencia. No quiso añadir nada más a su comentario para no meter al chico ruso en ningun lío y menos ahora que Marin había mencionado que estaba saliendo con el guapo francés. De todas formas, eso no era asunto de su incumbencia.
Camus y Hyoga se alejaron y se fueron a la oficina. Milo salía justo cuando ellos entraban y como quien no quiere la cosa acarició el trasero del chico ruso mientras pasaban. Hyoga prefirió no decir nada a Camus porque no quiso montar una escena desagradable delante de él, pero le dijo que le disculpara que tenía que ir al servicio durante unos momentos. Camus siguió hasta la oficina y Hyoga se fue detrás de Milo, al que agarró de un brazo y lo llevó a un lugar algo discreto procurando no hablar en voz muy alta para que nadie les oyera.
-¿Se puede saber qué te propones?
-Tú ya lo sabes, precioso.
-Mira, Milo, por favor, ahora Camus es mi pareja y lo quiero mucho. !Déjame estar!.
-Eso ya lo sé, pero también he notado cómo me miras y sé que mi deseo es reciprocado por ti.
-Milo, yo... -el otro le interrumpió con un beso y acarició levemente la entrepierna del chico ruso a traves del pantalón cuyo miembro se estaba comenzando a endurecer.
-Shhh, !calla, pequeño!. Llámame después del show, si quieres puedo organizar uno para ti en privado. Por si acaso lo perdiste aquí tienes de nuevo mi número.
-Pero Camus...
-Camus no tiene que saber nada. De todas formas, ahora tengo que volver a escena. (Susurro muy sensual) Hablemos más tarde.
Dicho esto se alejó, convencido de que la "victoria" era suya.
¿Se verán después del espectáculo a solas? ¿Se enterará Camus de lo que ocurre? ¿Habrá destrozos en el local?
No se pierdan la excitante continuación a esta historia, pero esto es algo que dejaré para otra ocasión o para su imaginación, mi querido lector.
Buenas noches.
FIN??
Temas similares
» Las chicas se van de marcha, 2a parte (Milo x Hyoga)
» Al mas inteligente? (2a parte) (Shaka x Mime) con Sylvanas.
» Cuarto de Milo
» Templo de Milo
» Ficha Milo de Scorpio
» Al mas inteligente? (2a parte) (Shaka x Mime) con Sylvanas.
» Cuarto de Milo
» Templo de Milo
» Ficha Milo de Scorpio
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.